Duro golpe al Ejército de EEUU en Irak. En uno de los ataques más mortíferos cometidos contra las tropas estadounidenses desde la invasión del país árabe, 10 marines murieron y 11 resultaron heridos cerca de Faluya, a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, víctimas de una potente bomba de carretera compuesta por varios obuses de artillería. El ataque se produjo el pasado jueves y afectó a un grupo de soldados de la Segunda División del Cuerpo de Marines que patrullaba a pie por una carretera próxima a esta ciudad, tristemente célebre por la devastadora ofensiva norteamericana de la que fue objeto hace un año. Estas muertes elevan a más de 2.120 los militares de EEUU fallecidos en Irak desde abril del 2003.

FUERTE REVES También suponen un fuerte revés para el presidente de EEUU, George Bush, cuya política en el país árabe es cada vez más cuestionada por la mayoría de la sociedad norteamericana. El ataque ha tenido lugar un día después de que el mandatario estadounidense asegurase en un discurso que las tropas se quedarán "hasta la victoria final".

La visión triunfalista de Bush contrasta con el contenido pesimista de un reciente informe elaborado por el influyente instituto conservador Near East Policy de Washington, dirigido por el antiguo negociador de EEUU en el conflicto de Oriente Próximo, Dennis Ross. El documento afirma que, a pesar de que "miles de insurgentes han muerto y decenas de miles de iraquís han sido detenidos", existe el "sentimiento de que nunca antes la insurrección en Irak había sido tan fuerte y mortífera".

Por otro lado, el jefe radical shií iraquí y líder de Al Qaeda en Irak Moktada al Sadr y el Comité de Ulemas, principal institución religiosa suní, pidieron ayer viernes la liberación de la arqueóloga alemana Susanne Osthoff, secuestrada hace más de una semana en Irak.