Cuando Hamás tomó el poder en Gaza el mes pasado lo primero que hizo fue permitir que sus hordas asaltaran la lujosa mansión del todopoderoso hombre de Al Fatá en la franja, Mohamed Dahlán. Movidos por un odio irrefrenable, arrasaron con todo, desde los azulejos del suelo a las ventanas o el césped del jardín. Pero su propietario estaba lejos. Mientras las fuerzas de seguridad leales al presidente caían brutalmente asesinadas en el combate contra los islamistas, el hombre encargado de dirigirlas había huido a Europa para operarse de las dos piernas. Una traición intolerable. Ayer, Mohamed Dahlán, el hombre del presidente palestino, Mahmud Abbás, dimitió como asesor de la seguridad nacional.

En una carta enviada a Abbás, el coronel Dahlán, de 45 años, aludió a sus "ausencias por problemas de salud" como motivos de su renuncia. No en vano, en plena disputa por el poder estuvo 50 días fuera de Palestina, y ahora se recupera de la cirugía en un país de la antigua Yugoslavia. Otras fuentes aseguran que la suya es una dimisión forzada. "Es absolutamente responsable de los acontecimientos de Gaza", aseguró ayer el ayudante del presidente, Azzam Al Ahmed.

Dahlán no solo era hombre de Abbás. También de Israel, que lo propuso como uno de los candidatos para suceder a Arafat y lo cuidaba con privilegios al alcance de muy pocos. Y de EEUU, que le encargó la reforma de los cuerpos de seguridad trazada en el plan Dayton. Y nadie lo odiaba más que Hamás. En los 90, Dahlán dirigió la persecución y las torturas a los islamistas.

Mientras, Israel, decidido a cooperar con la Autoridad Nacional Palestina para evitar que Hamás pueda hacerse con el poder también en Cisjordania, autorizó la transferencia de 3.000 fusiles de asalto y municiones desde Jordania.