Se dijeron las peores cosas entre sí, en la pasada campaña electoral, pero ya hicieron las paces. El acuerdo entre el expresidente argentino Néstor Kirchner y su exministro de Economía, Roberto Lavagna, para convertir el peronismo en un partido hegemónico y de larga duración en el poder, provoca el airado rechazo de la oposición, mientras la sociedad oscila entre la indiferencia y el desacuerdo.

Según una encuesta, el 36% de los entrevistados cuestiona la pirueta política dada por Lavagna. Adversarios de los Kirchner advierten de que, por ese camino, Argentina tendrá pronto una formación similar al Partido Revolucionario Institucional, que gobernó México por décadas.