Los disidentes republicanos de Irlanda del Norte han vuelto a hacer una inquietante demostración de fuerza. Una campaña bien orquestada de falsas alertas de bomba y el robo de varios vehículos, algunos de los cuales fueron después quemados, provocó desde la tarde del lunes el caos en Belfast y sus alrededores. La acción, perfectamente coordinada, obligó a la evacuación del hotel Stormont, situado junto al Parlamento norirlandés, al corte ayer de varias carreteras y vías de tren, y al cierre de una escuela católica de primaria.

OLA DE ATAQUES La clase política norirlandesa ha acusado a los disidentes republicanos opuestos al proceso de paz de ser los responsables de esta ola de violencia. Los grupos que se cobraron hace unas semanas la vida de dos soldados y un policía están mostrando con el despliegue que el Sinn y Féin y la policía se equivocan cuando les tachan de células aisladas.