Tres años y medio después del 11-S, EEUU no ha logrado montar una coraza que defienda a la nación de un ataque terrorista de grandes proporciones, ya que los carísimos aparatos instalados en aeropuertos, fronteras, puertos y centros de correos han resultado no ser efectivos o fiables. Esta es la conclusión del propio Gobierno, revelada ayer por The New York Times.

El Congreso autorizó la inversión de más de 4.500 millones de dólares (3.461 millones de euros) en detectores de armas, explosivos o bombas. El Departamento de Seguridad Nacional necesitará invertir al menos 7.000 millones de dólares más en los próximos años para actualizar o sustituir los aparatos.