Las carreras, los contenedores incendiados, las piedras y los cañones de agua volvieron ayer a tomar protagonismo en varios rincones de la ciudad vieja de Jerusalén sin que los miles de turistas que paseaban por sus principales arterias siquiera se enteraran. Varias docenas de jóvenes palestinos se enfrentaron a la policía israelí en las inmediaciones de la Explanada de las Mezquitas, una escena que viene repitiéndose casi semanalmente desde hace un mes. Nadie sabe muy bien el motivo.

El asunto no merecería demasiada atención si no fuera por la sensibilidad explosiva del lugar. En 1929, aquí se originó la primera revuelta palestina contra el mandato británico y la colonización judía. Días después de que las juventudes de Beitar --el embrión de la derecha israelí-- se manifestaran por la ciudad vieja al grito de "¡El Muro es nuestro!" --en referencia al Muro de las Lamentaciones--, por toda Palestina se extendió el rumor de que los judíos se disponían a tomar las mezquitas de Omar y Al Aqsa. Los disturbios posteriores se saldaron con matanzas por parte de ambos bandos; cerca de 250 personas fallecidas.

El polvorín siguió estallando periódicamente. Para los judíos, aquí estuvo en su día el Templo de Salomón y Herodes. Los extremistas sueñan con reconstruirlo. Los pragmáticos prefieren excavar en sus inmediaciones para dar legitimidad con la arqueología a sus reclamaciones históricas sobre Jerusalén. Es lo que hizo Binyamín Netanyahu en 1996, abriendo el túnel de los hasmoneos bajo el barrio musulmán, una decisión que provoco una nueva ola de disturbios.

DURANTE EL RAMADAN En esta ocasión, todo empezó durante el Ramadán, cuando un grupo de colonos judíos de extrema derecha anunció su visita al lugar donde Abraham ofreció a Dios el sacrificio de su hijo Jacob. Desde entonces, los partidos árabes de Israel, así como la Autoridad Nacional Palestina, han llamado a los suyos a "defender la mezquita de Al Aqsa".