Los muros que Donald Trump levanta contra la inmigración en Estados Unidos van más allá del físico en la frontera con México. Hay otros invisibles con los que está frenando la migración legal, que ha reforzado en los últimos meses con el argumento de contener la pandemia del coronavirus y el trasfondo de unas elecciones en noviembre donde la inmigración vuelve a ser nuclear en su agenda. Y el lunes esos muros se ampliaron con la colocación de una problemática y cuestionada barrera para los estudiantes internacionales.

En una decisión sorpresa y recibida con críticas y horror por la comunidad de educación superior y estudiantes afectados, el Gobierno informó de que no podrá haber en EEUU universitarios extranjeros si sus campus ofrecen las clases el próximo semestre exclusivamente online. Ese curso digital lo están adoptando algunos centros de educación para tratar de garantizar la salud y seguridad de estudiantes, profesores y trabajadores y el mismo lunes lo anunciaron Harvard y Princeton.

EXPULSIÓN / Según las directrices, los universitarios extranjeros que están actualmente en EEUU con visas F-1 y M-1 matriculados en universidades con el próximo semestre online deberán marcharse o buscar alternativas, como transferirse a un centro con cursos presenciales o híbridos. Si no lo hacen, enfrentarán «varias consecuencias», incluyendo «el inicio de procedimientos de expulsión». No se emitirán nuevos visados para esos estudiantes e incluso quienes los tuvieran ya aprobados no tendrán permitida la entrada en EEUU.

Las medidas no se harán oficiales hasta que el Departamento de Seguridad Nacional las publique en el Registro Federal «en el futuro cercano», pero ya han sido diseminadas por ICE, la agencia de inmigración y aduanas que tras la llegada de Trump a la Casa Blanca se hizo cargo del programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio. Representan un giro radical respecto a marzo, cuando se permitió temporalmente a los estudiantes extranjeros quedarse.

De «espeluznante» lo ha calificado el Consejo Americano de Educación, que representa 1.800 centros de educación superior de EEUU, un país que en el último curso tuvo más de un millón de estudiantes extranjeros. En un comunicado su presidente, Ted Mitchell, ha asegurado que las «reglas blindadas no son la respuesta en este momento de gran incertidumbre».

«EN EL LIMBO» / También Craig Lindwarm, vicepresidente de la Asociación de Universidades Públicas, ha cuestionado la directiva por elevar las incertidumbres, dado que incluso centros que opten por clases presenciales o un modelo híbrido podrían decidir pasarse al online si la pandemia obliga. Una de las críticas más demoledoras se ha leído en un editorial del Charlotte Observer, de la localidad universitaria de Carolina del Norte, que incluye las palabras «prejuicios» y «cabeza hueca» en el titular. El diario tilda las directrices de «no solo crueles sino absurdas». «Hacen daño a todo el mundo».