El presidente estadounidense, Donald Trump, está a un paso de la absolución en el juicio político a que es sometido en el Senado, después de que los republicanos garantizasen ayer el rechazo por la mínima a la comparecencia de nuevos testigos, pese a las críticas de los demócratas.

La oposición demócrata, que tiene 47 votos en el Senado, frente a 53 los republicanos, necesitaba por lo menos cuatro votos oficialistas para prolongar el proceso con la convocatoria de testigos.

Las últimas horas de ayer, y como si de una trama de suspense se tratase, la atención se centró en cuatro republicanos moderados: Susan Collins, Mitt Romney, Lamar Alexander y Lisa Murkowski. Collins y Romney ya habían apuntaron que iban a romper con la mayoría republicana y que votarían a favor de nuevos testigos; mientras que Lamar Alexander, primero, y Murkowski, después, anunciaron su rechazo a prolongar el juicio con testimonios adicionales a los escuchados en la etapa de instrucción del caso en la Cámara Baja.

Alexander, en un comunicado, sostuvo que «no hay necesidad de más evidencia para concluir que el presidente retuvo la ayuda (financiera) de Estados Unidos, al menos en parte, para presionar a Ucrania a investigar a los Biden», que es el motivo del cargo de abuso de poder contra el mandatario. Si bien Alexander reconoció que la de Trump fue una conducta «inapropiada», precisó que no la consideraba constitutiva de destitución.

De este modo, la votación para citar a nuevos testigos se prevé que concluyera con 51 votos en contra y 49 a favor, en un triunfo claro para Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana en el Senado y arquitecto del juicio rápido al mandatario.

ENCUBRIMIENTO / El esperado resultado fue criticado frontalmente por los demócratas, que reprocharon el esfuerzo de los conservadores por evitar la presentación de pruebas o testimonios adicionales como una maniobra de encubrimiento. «La cuestión de fondo es que al final, ellos probablemente conseguirán lo que quieren, lo que significa que vamos a acabar esto hoy o quizá mañana (por ayer u hoy), pero la evidencia que sabemos que está disponible no será presentada», alertó la senadora demócrata Kamala Harris, exaspirante a la candidatura presidencial. Harris subrayó que si esto ocurre, «no habrá sido un juicio justo y por tanto no podrán salir y decir que ha habido una verdadera absolución».

SUSPENSE / La incógnita pasa ahora a saber cuándo se realizará la votación final para absolver o destituir a Trump, algo que podría haberse producido a última hora de ayer o a primera de hoy si los demócratas recurrían a varias tácticas, como insinuaron, para dilatar lo más posible el procedimiento.

Los demócratas deben tener en cuenta, no obstante, el posible impacto que tendría prolongar el juicio político en la campaña para los caucus (primarias) que se celebran el lunes en Iowa, y a los que concurren cuatro miembros de su partido en el Senado: Bernie Sanders, Elizabeth Warren, Amy Klobuchar y Michael Bennett.

Para añadir complejidad y desconcierto, en las últimas horas comenzó a plantearse otro escenario, y es que el juicio se prolongue hasta la próxima semana, presumiblemente el miércoles, ya que además de los caucus de Iowa, el martes Trump tiene previsto dirigirse al Congreso en sus tradicional discurso anual sobre el Estado de la Unión.

MINAS ANTIPERSONA / Por otro lado, el presidente de los EEUU, Donald Trump, levantó ayer las restricciones sobre el uso de minas antipersona y autorizó el uso de una nueva generación de estos dispositivos «diseñados específicamente para reducir las lesiones a civiles», informó la Casa Blanca en un comunicado. Esta medida supone una revocación de la decisión tomada en el 2014 por el Gobierno de Obama que anunció su intención de adherirse a la Convención de Ottawa, el tratado internacional de 1997 que prohíbe el uso de este armamento y vetó la producción y adquisición de minas antipersona, además de restringir su uso únicamente a la península de Corea.

Según la Casa Blanca, el Departamento de Defensa ha considerado que «las restricciones impuestas a las fuerzas estadounidenses por la política de la Administración de Obama podría ponerlas en una grave desventaja durante un conflicto».

Las minas antipersonales (unos pequeños explosivos que se colocan bajo tierra y que se detonan cuando se camina sobre ellos) han recibido numerosas condenas internacionales. El comunicado de la Casa Blanca precisa que «esta política autorizará a los comandantes en combate, en circunstancias excepcionales, emplear minas antipersona sofisticadas y no permanentes».