Hablar de maletines nucleares y códigos secretos extraviados podría sonar a la trama del último libro de espías de John LeCarré. Y, como suele ocurrir en ocasiones, la mayoría de esas historias están inspiradas en hechos reales. Pero lo que acaba de revelar un antiguo asesor militar de la Casa Blanca no es producto de la imaginación de ningún escritor, ni tampoco está ambientado en los oscuros años de la guerra fría.

Ocurrió hace apenas 10 años, y el protagonista es el mismísimo Bill Clinton, a la sazón presidente de EEUU, uno de los pocos elegidos que llegó a tener en sus manos la posibilidad de ordenar un ataque nuclear a gran escala de consecuencias imprevisibles para la humanidad. La historia no es nueva, pero no por ello deja de sorprender, cuando se conocen detalles sobre uno de los episodios más comentados de los últimos años de la Administración Clinton.

En el libro de memorias Sin duda: la odisea de un guerrero americano , que acaba de publicarse en EEUU, el general Hugh Shelton, el que fuera jefe del Estado Mayor Conjunto durante el segundo mandato del dirigente demócrata, cuenta que el expresidente llegó a perder durante meses la tarjeta con los códigos secretos para lanzar un ataque nuclear, conocida en Washington como biscuit (galleta ).

7 por 12 centímetros

La biscuit es una tarjeta de 7 por 12 centímetros con los números secretos que el presidente debe transmitir a un alto mando militar del Pentágono para ordenar el lanzamiento de misiles, código que a su vez debe reconfirmar el secretario de Defensa. La galleta es uno de los objetos que un oficial traslada allí a donde vaya el presidente en un maletín negro, llamado coloquialmente foot ball (pelota de fútbol), junto a un teléfono encriptado y un manual de instrucciones.

"Hubo un tiempo durante la Administración Clinton en que los códigos estuvieron perdidos varios meses", afirmó el general Shelton en una reciente entrevista a la cadena ABC. El asesor militar reveló que el "despiste" tuvo lugar a comienzos del 2000, unos meses antes de las presidenciales que llevaron a George W. Bush a la Casa Blanca.

No es la única vez que alguien asegura que la famosa galleta estuvo extraviada. Robert Patterson, un teniente coronel que durante años transportó la pelota de fútbol , escribió hace siete años que la tarjeta se perdió en 1998, justo un día después de que saliera a la luz el escándalo Lewinsky. El portavoz de la Casa Blanca de aquellos años, Joe Lockhart, reveló también que Clinton olvidó el maletín a la salida de una cumbre de la OTAN en 1999.

Otros inquilinos de la Casa Blanca protagonizaron despistes similares. Jimmy Carter, según cuenta la leyenda, olvidó la galleta en el bolsillo de una chaqueta que terminó en una tintorería de Washington. Y Gerald Ford se la dejó en el avión Air Force One al aterrizar en París para ir a una cumbre.