Lahore, la segunda ciudad más poblada de Pakistán, se sumió ayer en el caos cuando dos atentados suicidas obligaron a señalar en el calendario otra jornada sangrienta. El balance, no por repetido deja de ser menos sobrecogedor: al menos 26 muertos y 150 heridos. El grueso de víctimas mortales se produjo en las oficinas de la Agencia Federal de Investigación, sede de la policía federal. Estos dos últimos atentados suman seis desde la celebración de las elecciones en febrero.

Las primeras investigaciones apuntan a que el suicida detonó una carga de 50 kilos de explosivos en un camión en las oficinas de la policía. La deflagración fue tan potente que causó una veintena de muertos, 13 de ellos policías. En estas oficinas policiales hay una unidad de lucha antiterrorista. La onda expansiva afectó al edificio de Cáritas Internacional, que además tiene un colegio y un convento. Una alumna y un trabajador del complejo perdieron la vida y cuatro empleados de Cáritas resultaron gravemente heridos.

Poco después, otra explosión tuvo lugar en un barrio residencial de Lahore. Cuatro personas, dos de ellas niños, fueron las víctimas que fallecieron como consecuencia de la detonación del suicida que estampó el coche contra la fachada de un edificio donde hay una agencia de publicidad. El responsable de la agencia afirmó que quizá el suicida quería dañar la sede del partido de Benazir Bhutto --la líder asesinada el 27 de diciembre--, que se encuentra en las proximidades.

14 MIEMBROS DE UNA FAMILIA La violencia también fue protagonista en Irak. Al menos 42 personas resultaron muertas ayer en diferentes actos violentos, incluyendo a 14 personas de una misma familia que habían acudido a un funeral en Nasiriya, a unos 375 kilómetros al sur de Bagdad.

"Había sangre y restos humanos por el autobús y el suelo; zapatos de hombres, mujeres y niños estaban por todas partes", declaró a Reuters el conductor del autobús, Zaji Abdul Husein, quien recordó cómo un convoy estadounidense acababa de pasar cuando el artefacto estalló.

Estos actos violentos sucedieron el mismo día en que el almirante William Fallon, responsable del Ejército estadounidense en Irak y Afganistán, anunció su dimisión después de que, la pasada semana, se publicara en la revista Esquire un artículo en el que se aseguraba que el oficial se oponía a la política de George Bush en Irán. "La embarazosa situación actual y la percepción pública de las diferencias entre mis opiniones y la política gubernamental, y la distracción que esto provoca respecto a la misión en Irak y Afganistán han hecho que esto sea lo que hay que hacer", dijo el secretario de Defensa, Robert Gates.