Una mujer de 66 años y su nieto de 5, ambos refugiados kurdo-iraquís, fallecieron la noche del viernes en un centro de detención de la isla griega de Lesbos. El motivo: según la versión policial, la explosión de la bombona de butano que la señora estaba usando para cocinar en Moria, el antiguo centro de registro de refugiados de Lesbos y que desde marzo sirve como centro de detención. La madre del niño fallecido y su hermano de 4 años resultaron gravemente heridos y fueron trasladados a Atenas para recibir tratamiento médico. Otros 10 refugiados fueron ingresados en el hospital de Mitilene, la capital de la isla, para tratar sus quemaduras y problemas respiratorios causados por el humo del incendio que siguió a la explosión y que alcanzó varias tiendas de alrededor. Fuentes de distintas organizaciones humanitarias aseguraron a este diario que el humo fue controlado por los bomberos en poco más de una hora.

El campamento de Moria se encuentra al 200% de su capacidad, según la oenegé Médicos Sin Fronteras, lo que sumado a la lentitud en la tramitación de las solicitudes de asilo alimenta la desesperación de sus ocupantes y resulta en roces entre los propios refugiados y con las autoridades. El anterior incendio del que se tiene constancia se produjo a finales del pasado mes de abril en protesta por el trato de la policía a menores internos, pero en aquella ocasión no hubo muertos.

Por su parte, en la cercana isla de Quíos, organizaciones de extrema derecha agredieron la semana pasada a refugiados residentes en el campamento de Souda y prendieron fuego al alojamiento.