Los tres jóvenes estaban sumidos en la desazón. A su convocatoria de reunirse previamente para acudir a la manifestación de ayer en la avenida Valiasr de Teherán, faltaron nueve personas que habían confirmado su asistencia. Habían escogido un sitio sobre el césped en un parque donde pudieran organizarse en grupos de tres, lo bastante cerca para oírse pero lo bastante lejos para evitar atraer la atención de la policía. No fue necesario.

A la vista de la dureza con la que se está empleando el régimen en la represión de las protestas, discutían si debían ir. "No vayamos a que nos maten por nada", propuso la joven de 22 años, a quien llamaremos Fatimah. "¿Quién organiza las cosas aquí? ¿Dónde están Mirhusein Musavi, el excandidato presidencial reformista, y Zahra su esposa, y Mehdi Karrubi, el otro excandidato reformista? Hacen declaraciones desde sus casas, pero no salen con nosotros a enfrentarse a los basijs. ¡Ni siquiera se hacen responsables de darle forma a la protesta!".

Los dos chicos de esa misma edad, digamos que Reza y Amir, asentían. "Mi familia me grita cada día --comentó el primero--. Dicen que los tengo enfermos de tanto miedo que sienten cada vez que salgo, que me van a matar o me van a arrestar, y que el abuelo se va a morir de la tensión. También creen que los voy a meter en problemas a ellos, que les van a quitar la casa como a la familia de Neda", la chica cuya muerte en vídeo se difundió por YouTube.

LA RESPUESTA DEL MUNDO Transmitían desilusión. "No puedo creer que nos estén haciendo esto y que el mundo no haga nada", dijo Amir. "¿Qué quieres que hagan? --repuso Fatimah--. ¿Quieres que ataquen el país, que lo bombardeen? ¿Que impongan más sanciones económicas para hacernos la vida más difícil? Cada vez que un presidente occidental abre la boca, el presidente Mahmud Ahmadineyad dice que es una prueba más de la conspiración extranjera contra Irán, y nos acusan a nosotros". "¡Yo no puedo vivir más así! --insistió Amir--, ¡no con estos fanáticos! ¡Odio a Ahmadineyad! ¡Y a los basijs ! Alguien debería matar a uno de ellos para darles una lección".

Volvieron a discutir si irían a la concentración. Y comentaron el caso del hermano menor de Amir, a quien podemos llamar Alí, cuyo testimonio en farsi tradujeron al inglés para este reportero. Alí tiene 17 años. En la medianoche del sábado al domingo, se encontraba en un callejón frente a la casa de un amigo, conversando con ese chico, su hermano y la esposa de este. Entonces, varias personas que venían huyendo entraron en el callejón y se metieron en otro sitio, a 30 metros. Alí y los demás entraron en casa del amigo. El hermano y la esposa se encerraron, pero los dos chicos se quedaron en el aparcamiento.

Varios agentes con uniformes negros rompieron la puerta y los molieron a porrazos. "Después nos llevaron al nivel menos 4 del Ministerio de Inteligencia", asegura Alí. "Mientras me estaban rompiendo los dedos y cortándome las yemas con una navaja --sigue Alí-- uno de ellos me preguntó si Jatami ayatolá reformista vendría a salvarnos".

El diario The Washington Post citó ayer al ministro de Inteligencia, Gholam-Husein Mohseni-Ejei, afirmando que "quien quiera que sea, bajo cualquier nombre o título, que reúna información en Irán va a ser arrestado, como hemos hecho ya con un periodista extranjero", en referencia a Iason Athanasiadis, ciudadano greco-británico que colabora con The Washington Times . Varios funcionarios han aparecido en televisión para pedir a los ciudadanos que denuncien a cualquiera que tome fotografías, aunque sea con un teléfono móvil. La policía ha establecido controles de vehículos en el norte de Teherán, donde revisan cámaras y móviles.