Presionada por una información publicada ayer en la portada de The Washington Post , la Casa Blanca admitió que el pasado mes de diciembre, sin darle publicidad, dejó de buscar armas de destrucción masiva en Irak. La afirmación de que Sadam Husein estaba revitalizando su programa armamentístico nuclear, químico y biológico --extremo que fue ampliamente cuestionado sobre todo en la ONU-- fue el principal argumento que la Administración de George Bush utilizó para iniciar la guerra.

"Puede haber un par de personas o un pequeño grupo que sigan buscando, pero el grueso de su misión ahora se centra en otras cosas", dijo ayer el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, al hablar del trabajo de las 1.200 personas que durante dos años se han dedicado a esa investigación. El Congreso presupuestó para su trabajo cientos de millones de dólares de los que no se han dado cuentas públicamente y el Departamento de Defensa anunció que la información seguirá clasificada.

El fracaso de la búsqueda se conocía desde septiembre, cuando el principal investigador de la CIA, Charles Duelfer, presentó al Congreso un informe en el que contradijo casi todas las afirmaciones en que Bush basó la guerra. Ese informe será el documento final sobre el asunto.

Mientras, el fracaso estratégico de la posguerra sigue provocando críticas. Ayer, en un editorial, The New York Times abogó por el retraso de las elecciones en Irak y sugirió "una reunión de emergencia del Gobierno interino con líderes de las principales comunidades iraquís". El diario advierte de la posibilidad de una guerra civil y centra su argumento en los problemas de voto y representación de los sunís.

En Irak, la violencia sigue su curso sangriento. Quince iraquís y un soldado estadounidense murieron ayer, al tiempo que el Ejército de Bush detuvo a seis personas por su presunta participación en el reciente asesinato del gobernador de Bagdad.