Mientras la ONU, España y la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR) comenzaban a buscar los canales diplomáticos que eviten una nueva escalada en el conflicto colombiano-venezolano, EEUU ofreció ayer todo su apoyo a Bogotá, y llamó a tomar "muy en serio" sus denuncias sobre la presencia de las FARC y el ELN en el país vecino.

EEUU, que ha instalado siete bases militares en Colombia el año pasado, consideró que "Venezuela tiene una obligación con Colombia y con la comunidad internacional para investigar completamente esta información y actuar para prevenir el uso de su territorio soberano por grupos terroristas".

Tras la denuncia formulada por la diplomacia colombiana ante la OEA, el presidente Hugo Chávez anunció la ruptura de unas relaciones diplomáticas muy deterioradas, y advertió sobre el peligro de una guerra.

En Bogotá, el fiscal de la Nación, Guillermo Mendoza Diago, planteó la posibilidad de denunciar a Venezuela ante el Tribunal Penal Internacional si se demuestra que la guerrilla colombiana se refugia en Venezuela con la complicidad de Caracas. Desde la capital venezolana, su colega Luisa Ortega Díaz advirtió que "Venezuela no tiene que demostrarle al mundo que es inocente". El suflé de la tensión verbal subió sin cesar durante la jornada, con incendiarias declaraciones a ambos lados de la demarcación fronteriza, que en ningún caso vinieron acompañadas de ostensibles despliegues militares que hicieran temer una guerra abierta. El ministro venezolano de Defensa, el general Carlos Mata, apareció en televisión, vestido de uniforme y flanqueado por sus principales comandantes. "El pueblo venezolano y el Gobierno colombiano deberían saber que las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, responderán firmemente si fuerzas extranjeras intentan violar nuestro sagrado suelo", dijo.

La situación en la frontera común era de completa normalidad. El general venezolano de división Franklin Márquez, comandante del Comando Regional Número Uno de la Guardia Nacional, dijo que en la frontera de Táchira, tanto el paso de vehículos de carga y particulares como el de personas estaba "abierto".

PERPLEJIDAD En los dos países reina la perplejidad. Chávez otra vez funcionó como un espejo de Alvaro Uribe, y cada uno encontró razones internas para avivar el fuego del conflicto. Uribe, que deja el poder en 15 días, le deja el problema a Juan Manuel Santos, quien, al ganar las elecciones, expresó su deseo de mejorar los vínculos con el vecino. Tras las acusaciones contra Caracas sobre pruebas antiguas, parece aflorar un conflicto sordo entre el actual mandatario y su heredero. Ahora, la crisis económica venezolana ocupa un segundo plano por la escalada.