La semana pasada se alcanzaba la cifra de 20.000 norcoreanos huidos al sur desde el fin de la guerra en 1953, empujados por la pobreza extrema y las frecuentes hambrunas. Y en esta regresa la alarma mundial por una planta de enriquecimiento de uranio que certifica la mejora del programa nuclear de Pyongyang. EEUU clamó contra la paradoja norcoreana, un fracaso enquistado de su diplomacia.

"Es la última provocación de Corea del Norte. Es un problema muy difícil que afrontamos desde hace 20 años", dijo ayer el enviado especial de Washington, Stephen Bosworth. "No es una crisis, no estamos sorprendidos", añadió desde Seúl. Bosworth aclaró que el supuesto programa de uranio no descarta la reanudación de las conversaciones a seis (ambas Coreas, EEUU, China, Rusia y Japón), que buscan relevar la carrera nuclear norcoreana a cambio de reconocimiento diplomático y ayudas.

El regreso a la mesa de negociaciones lo entorpece un contrasentido: EEUU y sus aliados exigen muestras de buena fe sobre el desmantelamiento nuclear, mientras Pyongyang quiere acercarse a ella con todas las evidencias de poderío armamentístico posibles para fortalecer su posición.

Bosworth viajará a Japón y China, a la que Washington urge a embridar a su aliado. Pekín aún no se ha manifestado. Sí lo hicieron Corea del Sur y Japón. El ministro de Defensa surcoreano, Kim Tae-Yong, manifestó su "grave preocupación", y el portavoz de Tokio, Yoshito Sengoku, dijo de la planta que era "absolutamente inaceptable". Preocupa la tenencia norcoreana de armas nucleares y su posible venta a países que Occidente considera poco fiables.

SEGUNDA VIA La última crisis la ha desencadenado Siegfried Hecker, un experto estadounidense invitado a visitar el complejo nuclear de Yongbyon en noviembre, quien desveló que pudo ver centenares de centrifugadoras "increíblemente modernas".

El programa de enriquecimiento de uranio, además de certificar la inutilidad del embargo internacional, le daría a Corea del Norte una segunda vía nuclear. El régimen ha admitido solo su programa de plutonio.

El uranio ofrece un par de ventajas: puede procesarse en plantas más pequeñas y difíciles de detectar por los satélites espías y no requiere ensayos. Los técnicos norcoreanos explicaron a Hecker que producían uranio enriquecido a un 3,5%, un nivel suficiente para una planta de energía de uso civil. Una bomba de uranio requiere ser enriquecido a más del 90%.

El programa de uranio que hoy atemoriza al mundo ya fue anunciado el año pasado por el ministro de Asuntos Exteriores norcoreano. Moon Chung-in, un académico de Ciencia Política de Seúl, lo recordó ayer, subrayando la absurda sorpresa actual y los "estúpidos errores" de las agencias de espionaje.