El estado de Texas ejecutó hoy a un hombre que asesinó a un niño y a sus padres, horas después de que el de Ohio ejecutara a un hombre que alegaba que su gordura le impediría sufrir una muerte indolora, como dicta la Constitución de EE.UU. En el penal tejano de Huntsville, Alvin Kelly, de 57 años, recibió la combinación de sustancias letales por el asesinato en 1984 de Devin Morgan, de 22 meses, y de sus padres, Brenda y Jerry Morgan.

Kelly alegó hasta el final que era inocente de esas muertes, pese a que había confesado otro asesinato por el que cumplía una condena a 30 años de prisión cuando fue enjuiciado. Según los fiscales, tras el triple asesinato, Kelly huyó con el automóvil de la familia Morgan, al menos cinco armas de fuego, un aparato de televisión y equipos de música. Kelly murió ocho minutos después de recibir la combinación letal de sustancias que le fue inyectada en ambos brazos, informó un portavoz del penal.

"Dios es mi juez. Yo no tuve nada que ver con la muerte de sus familiares", señaló Kelly a parientes de sus víctimas que asistieron a la ejecución. Pero también pidió perdón a los de John Ford, asesinato por el cual cumplía la condena de cárcel. "Pido perdón, porque sí soy culpable de eso", señaló antes de cantar una canción que aludía a Dios, según relató la portavoz de Huntsville.

Horas antes, en la prisión de Lucasville, el estado de Ohio había ejecutado a Richard Wade Cooey, cuyos abogados afirmaban que debido a sus 125 kilos de peso, su muerte ocurriría de forma dolorosa, algo que está prohibido por la Constitución de EE.UU. Además, su abogado había dicho que los verdugos tendrían problemas para encontrar la vena de su cliente, ya que desde que ingresó en la prisión había engordado más de 30 kilos. Cooey fue condenado a muerte por el secuestro, violación y asesinato de dos universitarias en un suburbio de Akron, el 1 de septiembre de 1986.

Paralelamente, el Tribunal Supremo de EEUU anunció que continuará con el proceso de ejecución de un reo en el estado de Georgia, que fue aplazada tras recibir la solicitud de clemencia del Papa Benedicto XVI y el Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu. El Supremo reanuda así el curso legal de la ejecución de Troy Davis, dos semanas después de haberla aplazado para examinar su apelación. La ejecución fue suspendida el 23 de septiembre de manera temporal, tres horas antes de la hora prevista, pero el Tribunal Supremo dijo hoy que se deberá fijar una nueva fecha.

Davis está condenado por el asesinato de un policía en 1989, pero algunas voces, como la del ex presidente Jimmy Carter, se movilizaron para solicitar un nuevo juicio por las dudas sobre su culpabilidad. Los abogados de Davis aseguraron durante el juicio que se trataba de un caso de identidad equivocada. Además, siete de los nueve testigos que comparecieron para declarar en su contra retiraron su testimonio y dijeron que habían sido apremiados por la policía.

Cuatro de esos mismos testigos afirmaron después que otro hombre, identificado como Sylvester Coles, era el asesino confeso del policía. Con la de Kelly aumentó a 1.125 el número de ejecuciones realizadas en EE.UU. desde que el Supremo restableció la pena de muerte en 1976. De ese total, 415 se han realizado en Texas, estado que tiene previstas otras cinco ejecuciones este mes.