Las autoridades de Estados Unidos han asegurado este jueves estar dispuestos a acoger al presidente cubano Raúl Castro, e incluso Barack Obama ha evocado su posible viaje a la isla comunista para consagrar el acercamiento histórico entre ambos países.

El anuncio sorpresa del miércoles de los dos jefes de Estado sobre la voluntad de normalizar sus relaciones diplomáticas tras medio siglo de aislamiento será seguido el mes de enero por las primeras entrevistas oficiales. Los dos gobiernos han llevado a cabo durante 18 meses negociaciones ultrasecretas para poner fin a uno de los últimos vestigios de la guerra fría:

"Yo no excluiría una visita de Castro", ha declarado Josh Earnest, portavoz de la Casa Blanca.

El miércoles, la presidencia norteamericana ya había evocado una eventual visita de Barack Obama a Cuba. "No tengo ningún proyecto particular, pero veamos cómo evolucionan las cosas", había declarado el presidente a la cadena de televisión ABC.

Hostilidad en el Congreso

Sin embargo, este inicio de reconciliación va a caer sobre un Congreso norteamericano en su mayoría hostil al levantamiento del embargo impuesto desde 1962 a La Habana. Ambos presidentes han reconocido que esta espinosa cuestión no estaba solucionada.

Obama ha reclamado un debate, que se anuncia acalorado, con el Congreso sobre el levantamiento del embargo "más viejo del mundo", una medida punitiva "inscrita en la ley" norteamericana.

Los republicanos, que controlarán desde enero las dos cámaras, ya lo han advertido: "Este Congreso no levantará el embargo", ha declarado Marco Rubio, senador por Florida. Este ambicioso congresista de origen cubano ha fustigado la "legitimidad diplomática y los dólares estadounidenses acordados al régimen castrista por el anuncio del presidente Obama".

Incluso desde filas demócratas las voces eran reticentes. El representante Eliot Engel ha prevenido que el Congreso debía constatar "las ventajas" de la apertura política antes de levantar el embargo.