El hallazgo de más de 170 prisioneros iraquís malnutridos y con señales evidentes de haber sufrido torturas en una cárcel de Bagdad ha desencadenado una tormenta política en Irak. El centro de detención se hallaba en un edificio del Ministerio de Interior. El primer ministro, Ibrahim Yafari, anunció ayer que se abrirá una investigación.

La prisión fue localizada por las fuerzas estadounidenses el domingo, después de que muchos padres iraquís denunciaran la desaparición de sus hijos, algunos de ellos adolescentes. Al parecer, los detenidos son en su mayoría sunís, y algunos de ellos miembros del antiguo régimen, según aseguró ayer un líder político suní.

Por su parte, el Pentágono admitió ayer haber utilizado fósforo blanco durante operaciones militares en Faluya. "Es un arma convencional", se justificó un portavoz.