La secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, concluyó en Japón la primera etapa de su gira asiática con un éxito tan rotundo como esperado. La jefa de la diplomacia estadounidense acordó con el ministro de Exteriores, Taro Aso, la aplicación severa de las sanciones que la ONU aprobó contra Corea del Norte por su prueba nuclear. Las próximas paradas de la gira son Corea del Sur y China.

La resolución de la ONU permite interceptar barcos para impedir el comercio nuclear pero excluye el uso de la fuerza, lo que deja el éxito de la medida a la poco probable disposición norcoreana a que se aborden sus naves. Estas ambigüedades han llevado a Rice a Asia para lograr una aplicación homogénea. "Existe la obligación de ejecutar las sanciones contra Corea del Norte y la de inspeccionar ciertas cargas", manifestó.

EEUU ya aclaró que no entiende las medidas como "un embargo o una cuarentena", y que el control agresivo de las cargas no sería indiscriminado sino limitado a las que se consideren sospechosas. Identificarla implica una comunicación internacional fluida a la que Japón accedió ayer. Tras la reunión entre Rice y Aso, sus equipos pactaron las inspecciones y cómo compartirán la información.

AFRENTAS HISTORICAS La reunión sirvió para acentuar la firmeza del eje Washington-Tokio, el más beligerante hacia Corea del Norte. Rice prometió que EEUU defenderá a Japón si es atacada, abundando en el compromiso del presidente George Bush de reservarse "el derecho a defender a los amigos".

Pyongyang prometió el martes "golpear sin piedad" a los que cumplan la resolución de la ONU. La amenaza es doble para Japón, que impuso sanciones unilaterales. Tokio y Pyongyang arrastran una larga serie de afrentas históricas originadas en el imperialismo nipón del siglo XX y perpetuada en los secuestros de japoneses ordenados en los años 60 y 70 por Kim Jong-il. El paraguas norteamericano es imprescindible para Japón, ya que la Constitución pacifista tras la derrota en la segunda guerra mundial veta la energía nuclear.

Rice intentará convencer hoy a Corea del Sur de que inspeccione los buques de sus vecinos. Pero Seúl no olvida los conflictos que en 1999 y el 2002 acabaron con varios marineros muertos y barcos hundidos, ni que un misil norcoreano la golpearía en tres minutos. Todo el compromiso que asumió Lee Kyu-Hyung, viceministro de Exteriores, fue el de reajustar su participación a "un grado apropiado y necesario a la resolución de la ONU".

Seúl irritó a Washington al no cancelar los dos proyectos (uno industrial y otro turístico) instalados en suelo de Corea del Norte por los que Pyongyang percibe varios millones de dólares anuales. Muchos críticos creen que esos fondos financian la carrera nuclear del régimen norcoreano, por lo que quedarían sujetos a las sanciones de la ONU. Corea del Sur defiende el carácter privado de los proyectos.

SIGUE EL VIAJE A Rice le espera mañana, en Pekín, la etapa reina. El problema son las sanciones. "Inspecciones, sí. Interceptaciones y prohibiciones, no", aclaró Wang Guangya, embajador en la ONU. Pyongyang, sostenida con yuanes chinos, practicó la prueba nuclear en contra de la opinión de Pekín. Pero Corea del Norte sigue siendo un tapón frente a las miles de tropas de EEUU en su vecina del sur.

Los compromisos que Rice arranque de China fijarán las sanciones a Corea del Norte.