El Gobierno de Estados Unidos ha afirmado este miércoles que juzgará a Corea del Norte "en base a sus actos, no a sus palabras", en lo que ha sido la primera reacción oficial al llamamiento emitido el lunes por el líder norcoreano, Kim Jong Un, para poner fin a la confrontación entre las dos Coreas, que técnicamente siguen en guerra ante la falta de un acuerdo de paz que cierre el conflicto que mantuvieron entre 1950 y 1953.

"Ya se conocen las acciones que tomó (Kim Jong Un) antes de Navidad, que no facilitaron las cosas. Seguimos dejando claro que creemos que el líder norcoreano tiene que tomar una decisión: puede cumplir con sus obligaciones internacionales (...) y conseguir nuestra respuesta (de la comunidad internacional), o puede avanzar el camino que sigue, que solo aislará a su país y empobrecerá a su pueblo", ha dicho la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland.

Horas antes, el ministro de Exteriores de Corea del Sur, Kim Sung Hwan, había solicitado a Pyongyang que tome "decisiones sabias y correctas" para mejorar las relaciones bilaterales. A pesar de que Kim no mencionó directamente las declaraciones vertidas por el líder norcoreano, mostró todo su apoyo a la voluntad de la recientemente electa presidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye, para alcanzar los objetivos diplomáticos de Seúl con respecto a Pyongyang.

Tras su investidura, Park prometió trabajar en pro de un acercamiento con el Norte y ha instado al diálogo para generar confianza, si bien también pidió a Pyongyang que abandone sus ambiciones de dotarse con armamento nuclear.

Ahora falta por ver si las palabras de Kim se traducen en un cambio de postura de Pyongyang, que ya en el pasado ha tendido ramas de olivo a Seúl que no se han materializado.

Su mensaje de Año Nuevo ha sido el primero en 19 años de un dirigente del país desde la muerte de Kim Il Sung, abuelo de Kim Jong Un. Kim Jong Il raramente hablaba en público y normalmente daba a conocer su agenda política a través de editoriales en la prensa estatal.

Las dos Coreas han visto aumentar las tensiones hasta su máximo nivel en décadas después de que Pyongyang bombardeara una isla surcoreana en 2010, matando a dos civiles y dos soldados. Asimismo, el lanzamiento en diciembre por parte de Pyongyang de un cohete de largo alcance para poner en órbita un satélite espacial incrementó el enfriamiento diplomático.