Apenas tres horas antes de las campanadas de Año Nuevo en Times Square, el plazo límite para que la economía de EEUU empezara a sentir los primeros latigazos de un tratamiento de 'shock' en forma de auteridad de dimensiones históricas, demócratas y republicanos anunciaron un acuerdo en el Congreso para evitar el llamado precipicio fiscal. El pacto final establece la primera subida de impuestos para los millonarios de las últimas dos décadas y congela hasta dentro de dos meses los recortes del gasto público en el Pentágono y otras agencias gubernamentales.

La suerte del acuerdo, no obtante, sigue siendo hasta cierto punto una incógnita porque todavía no se ha convertido en ley. El Senado pretendía someterlo a votación poco antes de la medianoche del lunes, mientras la Cámara de Representantes no abordará su ratificación hasta este martes. Técnicamente, por lo tanto, EEUU se desliza en estos momentos por el precipicio fiscal, dado que las primeras subidas de impuestos deben entrar este martes mismo en vigor, aunque su impacto podría ser muy limitado si el Congreso rubrica este mismo martes el acuerdo. Las bolsas no reabrirán hasta el miércoles, de modo que hay todavía tiempo para paliar el impacto de esa caída nominal en el abismo fiscal.

La letra pequeña

La letra pequeña del acuerdo supone una victoria parcial para el presidente Barack Obama que, si nada se tuerce a última hora, logrará subirle los impuestos a los millonarios, uno de los ejes de su campaña electoral. Las rentas superiores a 400.000 dólares anuales -450.000, en el caso de las parejas- pasarán de tributar el 35% al 39,6%. También subirán los impuestos de capital y sucesiones, y se reducirán las exenciones a las que pueden acogerse aquellos que ganan más de 250.000 dólares anuales.

"El mes pasado los republicanos en el Congreso dijeron que nunca aceptarían una subida de impuestos para los estadounidenses más ricos", dijo Obama en una comparecencia de prensa por la tarde. "Obviamente el acuerdo que se discute en estos momento aumentará esos impuestos y lo hará de forma permanente". El presidente, sin embargo, ha tenido que aceptar que el aumento de los tipos impositivos se produzca solo para las rentas superiores a los 400.000 dólares, cuando su pretensión inicial situaba el corte en el 250.000.

Los republicanos también ganan con el acuerdo porque el resto de la población verá como las ventajas fiscales de la era Bush se convierten en permanentes, una de sus viejas pretensiones. Para la mayoría de los ciudadanos los impuestos no subirán, salvo las contribuciones a las pensiones (payroll tax), que no han sido incluidas en el acuerdo.

Los demócratas también han lograrían prolongar durante un año el subsidio de desempleo para los parados de larga duración. Después de más de dos meses de negociación, parece haber sido fundamental la participación en la recta final de las negociaciones del vicepresidente Joe Biden, quien cerró el pacto con el líder de la minoría republicana en el Senado Mitch McConnell.

Rúbricas pendientes

A este culebrón lleno de intriga del precipicio fiscal aún le quedan algunos capítulos. No solo falta ratificar en el Congreso el acuerdo alcanzado el lunes por la noche, sino que habrá que ver qué ocurre final con los 110.000 millones de dólares en recortes de gasto previstos para el 2013, cuya entrada en vigor se ha congelado dos meses. Este acuerdo, además, es solo un parche temporal porque está lejos de ese gran pacto nacional al que aspiraban los dos partidos para encarrilar el saneamiento del déficit público.