La OTAN perpetró ayer una nueva matanza de civiles en Afganistán. Nueve personas, entre ellas tres niños y cinco mujeres, fallecieron en un bombardeo llevado a cabo por un avión de las fuerzas estadounidenses como respuesta a un ataque talibán. Estas muertes, confirmadas por el mando aliado, se producen solo 24 horas después de que otros 16 civiles murieran en otra acción militar de EEUU, cuyas fuerzas en Afganistán se encuentran bajo mandato de la OTAN.

El Ejército de EEUU admitió los hechos, ocurridos en la provincia de Kapisa, al noreste de Kabul, y culpó a los talibanes de esconderse entre los civiles.

El bombardeo de ayer se produjo como respuesta al ataque que los talibanes llevaron a cabo contra la base militar estadounidense del distrito de Nijrab. Según el portavoz de las fuerzas de EEUU, el teniente coronel David Accetta, al menos dos talibanes lanzaron un cohete contra la base militar, después de lo cual se refugiaron en una casa.

Entonces, un avión estadounidense "lanzó dos bombas de 900 kilogramos sobre la posición del enemigo, lo que puso fin al enfrentamiento", dijo Accetta, quien acusó a los talibanes de "poner en peligro a sabiendas a los civiles retirándose hacia un área poblada después de atacar a las fuerzas de la coalición".

FUEGO CRUZADO El pasado domingo, 16 personas murieron en el fuego cruzado entre militares del Ejército estadounidense y talibanes en la provincia de Nangarhar después de que un convoy de EEUU fuera atacado. El portavoz estadounidense lamentó "la muerte de ciudadanos afganos inocentes como resultado del acto cobarde de los extremistas talibanes".

Varios periodistas denunciaron ayer que los soldados estadounidenses inutilizaron material gráfico de algunos fotógrafos y cámaras de televisión que cubrieron ese tiroteo. Un cámara de la cadena de televisión afgana Ariana denunció que le borraron la filmación de un coche en el que había civiles muertos por las balas norteamericanas.

Este año han muerto cerca de 450 personas a causa de la violencia que sacude el país, que se suman a los 4.400, un millar de ellos civiles, fallecidos en el 2006, el año más sangriento desde que los talibanes fueron desalojados del poder en el 2001.