México ve con buenos ojos que EEUU refuerce los 3.000 kilómetros de frontera que separan a ambos países, pero exige que sea sobre todo para evitar el tráfico de armas hacia el sur, que permite que los cárteles mexicanos de la droga planten cara con gran poder de fuego al Ejército, en la guerra que los enfrenta desde que el presidente, Felipe Calderón, accedió al poder hace más de dos años. Y como muestra de que este no es un "Estado fallido", como comentó la cúpula castrense de EEUU, México pone sobre la mesa de negociación un montón de detenciones y decomisos realizados en los últimos días.

La jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, llegó ayer en visita oficial a México y hoy se reunirá con los empresarios en la norteña Monterrey, dentro de su primer viaje a varios países latinoamericanos, para preparar la quinta Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Trinidad Tobago. Hillary Clinton y la ministra de Exteriores mexicana, Patricia Espinosa, sellaron el inicio de "una nueva era en la relación" vecinal. En todos los asuntos, desde la emigración al narcotráfico. Y de entrada, una "total colaboración en el combate contra el crimen organizado".

DOLIDO Y ALARMADO La cancillera mexicana le pidió que esa colaboración, ante "un problema común", se haga sobre la base del respeto y el principio de corresponsabilidad". Y teniendo en cuenta, además, que "México está haciendo su labor". Aunque ambas sentaron distintas bases, tonos y maneras para una alianza a largo plazo, Espinosa no ocultó que el país está dolido y alarmado porque este año ha circulado en Washington la idea de que México es un Estado fallido, equiparable a Pakistán en cuanto en ambos países podrían surgir conflictos que hicieran "necesaria" una intervención militar.

Frente a tal visión, México ha alzado la voz para recordar que las causas del tráfico de drogas radican en su consumo al norte del río Bravo. Y sobre todo para denunciar que el armamento usado por los sicarios de los cárteles proviene del otro lado . Se trata, como resaltan soldados y policías, de armas de alto poder, con balas que atraviesan vehículos blindados o granadas que destrozan patrullas enteras.

El asunto de los enormes arsenales es tan sangrante que la semana próxima vendrán a discutirlo con el Gobierno mexicano otros dos ministros de EEUU.