Contra viento y marea, Estados Unidos presentará la semana que viene en la ONU un proyecto de resolución con el que espera obtener el respaldo del Consejo de Seguridad para atacar a Irak, pese a la oposición de 11 de sus 15 miembros, incluyendo tres con poder de veto, según confirmó ayer una fuente de la Casa Blanca. El texto, que aún está siendo estudiado por Washington y Londres, no fijará ningún ultimátum y proclamará que el presidente iraquí, Sadam Husein, ha cometido "una violación sustancial" de las anteriores resoluciones que le ordenaban desarmarse, algo que para la Casa Blanca justifica ya la guerra.

ENTREVISTA CON AZNAR

Washington quería presentar la nueva resolución esta misma semana, pero aguardará a que el presidente del Gobierno español, José María Aznar, se entreviste con el presidente estadounidense, George Bush, en Tejas este fin de semana. Se quiere evitar la impresión de que el leal aliado de EEUU queda fuera de la negociación del texto que están preparando Bush y el primer ministro británico, Tony Blair, según aseguró ayer The Washington Post .

La Casa Blanca lo tiene muy difícil, pues Francia, Rusia y China --miembros permanentes del Consejo de Seguridad con poder de veto-- siguen firmes en dar más tiempo a los inspectores, posición que comparten también Alemania y Siria. En la trinchera opuesta se encuentran EEUU, Gran Bretaña, España y Bulgaria, favorables al ataque. Esto confiere a seis miembros no permanentes --México, Chile, Guinea, Camerún, Angola y Pakistán-- una importancia inusitada pues, aunque se inclinan por el bando pacifista, son susceptibles de plegarse a la poderosa voluntad del Gobierno de Washington.

México y Chile advirtieron de que podrían abstenerse en la votación y se quejaron de las presiones de Washington, algo que el secretario de Estado, Colin Powell, negó rotundamente.

Otro país que rechazó ayer las presiones estadounidenses fue Turquía, pues pospuso hasta la semana que viene la decisión parlamentaria de si autorizará al Ejército de EEUU el uso de su territorio para invadir Irak. Ankara exige 29.500 millones de euros (casi cinco billones de pesetas) a la Casa Blanca.