Un total de 36 soldados norteamericanos murieron ayer en la jornada más mortífera para el Ejército de EEUU desde que su comandante en jefe, el presidente George Bush, dio la orden de invadir Irak hace 22 meses. La mayor parte de los fallecidos, 31, viajaban en un helicóptero que se precipitó a tierra en la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad, por causas aún desconocidas. Los otros cinco militares fallecieron en dos ataques de los rebeldes. A cuatro días de las elecciones, la violencia se cobró también la vida de seis miembros de las fuerzas de seguridad iraquís y de varios civiles.

El helicóptero, un CH-53 Super Stallion, utilizado para transportar tropa, cayó en una zona desértica próxima a la ciudad de Rutbah, situada a unos 350 kilómetros al suroeste de la capital iraquí, cerca de la frontera con Jordania. El Ejército norteamericano no reveló ayer las causas del desastre, que se produjo a la 1.20 horas de la madrugada, aunque apuntó como hipótesis el mal tiempo que reinaba en la zona.

Tras descartar que hubiera supervivientes, el mando estadounidense anunció una investigación para esclarecer lo sucedido. La muerte de los marines se produjo dos meses después de que otros dos helicópteros norteamericanos, modelos Black Hawk, colisionaran en el aire mientras combatían a los rebeldes.

CINCO BAJAS MAS EN ATAQUES En la provincia de Anbar, donde cayó el aparato, se encuentra el denominado triángulo suní, que alberga las ciudades de Faluya y Ramadi. Esta zona es conocida por ser uno de los feudos de los grupos armados que han prometido sembrar el país de coches bomba el próximo domingo, día de las elecciones legislativas.

En la localidad de Haditha, situada también en Anbar, los rebeldes tendieron una emboscada a un convoy militar norteamericano y mataron a cuatro soldados. Un quinto militar estadounidense falleció y dos resultaron heridos en otro ataque de los insurgentes cerca de Duluiyah, al norte de Bagdad.

Pero las bajas entre las fuerzas estadounidenses no acabaron aquí. En Tikrit, ciudad natal de Sadam, cuatro soldados cayeron heridos tras estallar una bomba camuflada en un vehículo.

La violencia también hizo acto de presencia en Sinjar, cerca de Mosul. Un suicida hizo estallar un camión bomba contra la sede del Partido Democrático del Kurdistán, uno de los dos grandes partidos kurdos, y causó al menos 15 muertos y 30 heridos.