La complicada posguerra en Irak ha desbaratado las optimistas expectativas del Pentágono. Un mes después de preparar un plan para reducir antes del otoño a 70.000 los soldados desplegados, los mandos de las Fuerzas Armadas reconocieron que será imposible alcanzar ese objetivo. Con cerca de 200.000 militares implicados en el control del país, incluso se habla de enviar nuevas unidades de ingeniería y de espionaje, según The New York Times .

Varios motivos han impulsado a los mandos del Pentágono a admitir la situación, que desespera a unidades que llevan hasta 12 meses desplegadas en el golfo Pérsico. La resistencia armada no ha desaparecido, la situación en Bagdad y en el norte empeora --ayer murió tiroteado otro soldado estadounidense--, la reconstrucción de las fuerzas de seguridad iraquís avanza con lentitud y lo mismo ocurre con la llegada de apoyo militar de otros países.

Una de las unidades afectadas será la Tercera División de Infantería, la primera que entró en Bagdad. Una parte importante de esa división será desplegada en Faluya, donde las tropas aliadas han encontrado una fuerte resistencia. Otras, podrían ser enviadas al norte para apoyar a la Cuarta División de Infantería, que controla la zona entre Tikrit, Kirkuk y la frontera con Irán.