El pesado lastre de afrontar dos guerras al mismo tiempo, en Irak y Afganistán, ha forzado al Pentágono a plantearse un drástico cambio en su estrategia militar. Por primera vez en décadas, EEUU está cuestionando la validez de dar por sentado que puede combatir a la vez en dos frentes abiertos, lo que constituye la piedra angular de la estructura de sus fuerzas armadas, según adelantó ayer el periódico The New York Times .

Los cerebros del Pentágono sopesan ahora un cambio de estrategia, que pasa por organizarse para hacer frente a una guerra convencional y, paralelamente, dedicar más hombres, armas y recursos a defender el suelo nacional y a la campaña antiterrorista lanzada por el presidente estadounidense, George Bush, tras los atentados del 11-S.

"Lo que necesitamos para lograr una victoria convencional es diferente de lo que hace falta para combatir a los insurgentes; todo ello tiene poco que ver con detener la proliferación de armas nucleares", explicó al rotativo neoyorquino el analista Loren Thompson, del Lexington Institute en Washington.

"No podemos hacer frente a todo", subrayó, con la vista puesta en las 138.000 tropas que EEUU tiene todavía destacadas en Irak, apenas 13.000 menos que durante la guerra lanzada en el mes de marzo del 2003.

ALTA TECNOLOGIA El actual modelo del Pentágono para combatir en dos guerras simultáneamente implica dotar a las Fuerzas Armadas de más armamento de alta tecnología y, sobre todo, aviones. En cambio, la nueva táctica es concentrarse en una sola guerra convencional. En la campaña antiterrorista, sería necesario un Ejército más ágil y ligero, pero con más unidades de operaciones especiales. Una opción que satisface al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que ha declarado en numerosas ocasiones que se inclina por transformar el Ejército en una fuerza con mayor movilidad.