La primera consecuencia material de la fanfarronada armamentística de Pyongyang atracó ayer en el puerto de Yokosuka, en el sur de Japón. El USS Mustin, un buque del Ejército de EEUU de avanzada tecnología en detección y destrucción de misiles, llega tres días después de que Corea del Norte amedrentara a sus vecinos --y a la Administración Bush-- con el lanzamiento de una salva de siete proyectiles.

A pesar del enfrentamiento, el enviado especial estadounidense, Christopher Hill, puso ayer sobre la mesa la posibilidad de que Washington y Pyongyang negocien bilateralmente una salida a la crisis. La única condición, que Pyongyang permita que se reanude la negociación a seis bandas suspendida desde noviembre.