Atravesar los controles de seguridad de los aeropuertos se ha vuelto un trámite tan engorroso que muchos viajeros revisan antes su equipaje de mano para asegurarse de que parte de lo que transportan no será confiscado. Suelen ser líquidos, cremas y un largo espectro de objetos raros. En Estados Unidos, sin embargo, sus agentes están cada día más acostumbrados a encontrarse armas en mochilas y maletines, la clase de sorpresa que haría sonar las alarmas en otros países. El año pasado sus autoridades requisaron 4.239 armas en los controles de seguridad de los aeropuertos, un 7% más que en 2017, según la Administración para la Seguridad en el Transporte (TSA). La gran mayoría las transportaban varones blancos y el 86% de todas las armas incautadas estaban cargadas.

Los aeropuertos del sur del país, cuyos estados tienen por regla general leyes de tenencia de armas más laxas, concentraron casi un tercio de las armas decomisadas. Atlanta se llevó la palma, pero el fenómeno es generalizado porque se encontraron armas en 249 aeropuertos.

EMPAQUETADAS Y FACTURADAS

La ley permite transportarlas, debidamente empaquetadas, en el equipaje facturado, pero nunca en el equipaje de mano. Infringir la normativa en ciertos estados puede acarrear el arresto y multas de hasta 13.000 dólares. Aun así, el número de armas confiscadas no deja de crecer anualmente, una situación que preocupa a las autoridades aeroportuarias. “No voy a especular al respecto, creo que simplemente refleja el hecho de que cada vez más estadounidenses portan armas”, ha dicho el director de la TSA, David Pekoske.

No hay datos precisos de cuántos estadounidenses tienen rifles y pistolas, pero los sondeos sostienen que en el 40% de los hogares hay al menos un arma. Paralelamente, un estudio del American Journal of Public Health afirma que 3 millones de estadounidenses, un 1% de la población, porta encima una pistola cargada todos los días. La gran mayoría de ellos lo hace por seguridad personal.