El dibujo se va completando a ojos de las agencias de seguridad estadounidenses. Después de que el pasado mes de octubre, la Administración Obama concluyera que Rusia había intervenido en las elecciones estadounidenses para socavar la legitimidad de su sistema electoral, la CIA ha ido ahora más lejos, al determinar que la intención de los hackers vinculados al Kremlin que habrían penetrado en los sistemas informáticos de varias instituciones era ayudar a Donald Trump a ganar las elecciones. La acusación reviste una enorme gravedad, pero hasta el momento la Casa Blanca no ha adoptado medidas de represalia para responder a los ciberataques. No está claro que quiera hacerlo, pero el tiempo se agota porque el presidente electo ha restado toda credibilidad a las acusaciones de la inteligencia.

En un comunicado que ha dejado atónitos a muchos observadores, su equipo de transición ha optado por matar figurativamente al mensajero. “Esta es la misma gente que dijo que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva”, han escrito los asesores de Trump en respuesta a la información publicada inicialmente por el Washington Post y ampliada más tarde por otros medios. “Las elecciones se acabaron hace mucho tiempo con una de las mayores victorias de la historia en el Colegio Electoral. Es hora de mirar hacia delante para ‘Hacer a América grande otra vez”. Durante la campaña, Trump llegó incluso a animar públicamente al Kremlin a que hackeara a su rival Hillary Clinton, algo que nunca había hecho un candidato a la presidencia. “Te diré lo siguiente, Rusia: si estás escuchando espero que se encuentres los 30.000 emails que han desaparecido”, dijo en julio refiriéndose a los correos de su época al frente del Departamento de Estado.

Según la información del Post, las agencias de inteligencia estadounidenses han identificado a los informáticos vinculados al Kremlin que entregaron a Wikileaks los correos internos delComité Nacional Demócrata y otras figuras del partido como el jefe de campaña de Clinton, John Podesta. Moscú siempre ha rechazado las acusaciones y la organización de Julian Assange ha negado que la documentación procediera del Gobierno ruso. En ese sentido, la CIA no ha podido probar hasta el momento que fueran funcionarios estatales los que enviaron la información a Wikileaks, pero sostiene que los responsables tienen conexiones con el régimen de Vladimir Putin y que el Kremlin suele utilizar intermediarios como cortada para proteger sus actividades.

FAVORECER A UN CANDIDATO SOBRE OTRO

“La conclusión de la comunidad de inteligencia es que el objetivo de Rusia era favorecer a un candidato sobre el otro, ayudar a Trump a ser elegido”, ha dicho una de las fuentes del Post. “Esa es la opinión de consenso”. En septiembre, dos meses antes de que los estadounidenses acudieran a las urnas, la CIA informó a varios líderes del Senado de sus averiguaciones y en las últimas semanas varios de ellos había pedido a la Administración Obama que desclasificara detalles de la investigación. Este viernes, la Casa Blanca anunció una “investigación exhaustiva” sobre lo sucedido para “extraer lecciones” y evitar que se repita en el futuro.

Desde las filas demócratas, Harry Reid, el líder de ese partido en el Senado, lanzó una andanada contra el director del FBI, James Comey, al que acusó de conocer la implicación de Rusia en el ciberataque y de ocultarlo de forma intencionada. "El FBI disponía de estas informaciones, pero Comey, que es republicano, rechazó divulgarlas", ha señalado. Comey tuvo un papel protagonista en la campaña cuando, pocos días antes de las elecciones, difundió una nota en que informaba de una nueva investigación del FBI sobre correos de Clinton.

De lo que no hay duda, es que las filtraciones de los correos hackeados beneficiaron a los republicanos. Primero sacaron a la luz las maniobras del aparato demócrata para beneficiar a Clinton en las primarias que le enfrentaron a Bernie Sanders, una información que forzó la dimisión de la presidenta del partido. Más tarde, los correos de John Podesta sacaron a la luz algunas confidencias embarazosas de Clinton y su campaña. Allí estaban los discursos pagados que dio ante Goldman Sachs. "No debería haber ninguna duda. No fue algo hecho así por así, no fue hecho por casualidad", dijo hace unos días el almirante Michael Rogers, jefe de la Agencia de Seguridad Nacional. "Fue un esfuerzo consciente de un estado nación de intentar lograr un efecto específico".

DESPRECIO AL APARATO DE SEGURIDAD

El magnate neoyorkino siempre ha tratado de restar credibilidad a las acusaciones sobre Rusia, un país por el que ha mostrado reiteradamente admiración. “No creo que ellos interfirieran”, dijo la semana pasada en una entrevista a Time. “Podría ser Rusia, pero podría ser China o algún tipo que actúa desde su casa en Nueva Jersey”. Quizás lo más preocupante para muchos, es el desdén que Trump muestra hacia el aparato de seguridad estadounidense. Desde hace semanas recibe los informes diarios de inteligencia, pero no solo los está ignorando, sino que ha optado por humillar públicamente al entramado de inteligencia.

El espionaje estadounidense cree que tras influenciar las elecciones estadounidenses Rusia pretende hacer los mismo con las alemanas, según publica Reuters. Desde hace algunos años, el Kremlin se ha dedicado a apoyar activamente a los partidos ultranacionalistas y de extrema derecha en Europa, una política que busca aparentemente socavar la unidad europea y desacreditar la democracia en el continente.