La Cumbre de las Américas concluyó ayer en Lima con un documento de 57 puntos en el que los países participantes se comprometen a una «tolerancia cero» con la corrupción. Pero más allá de la compartida retórica de la transparencia y la honestidad, fue el caso venezolano el que concitó las palabras más punzantes y, en cierta medida, previsibles. Un total de 16 países suscribieron una declaración conjunta bajo el liderazgo del enviado de Donald Trump.

Los jefes de Estado y de Gobierno de Argentina, Bahamas, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía y el vicepresidente de EEUU, Mike Pence, formularon un «llamamiento urgente» al presidente Nicolás Maduro para que Venezuela celebre elecciones libres. Los firmantes exhortaron asimismo a las Naciones Unidas y la OEA a «implementar de manera inmediata un programa de asistencia humanitaria para aliviar la situación de sufrimiento y escasez que padece Venezuela».

La solución a la grave crisis, consideran, solo será posible con un cambio de orientación política: «Una vez restaurado el orden democrático y constitucional, subrayamos la importancia de que la comunidad internacional apoye la recuperación económica de Venezuela».

«ESTADO FALLIDO» / Durante la reunión, que se inició formalmente el viernes y a la que Maduro no fue invitado, Pence, sustituto de última hora de Trump, llegó a calificar a Venezuela de «Estado fallido» y dejó entrever un endurecimiento de las presiones a Caracas. «EEUU no se va a quedar con los brazos cruzados. Les prometo que no descansaremos hasta que Venezuela logre su libertad». Pence se fue de Lima convencido de que buena parte de los países de la región acompañarán a la Casa Blanca en su cruzada antichavista.

El argentino Mauricio Macri se plegó sin matices a la hoja de ruta de Washington y dijo, en alusión a los comicios venezolanos del 20 de mayo, que su país «va a desconocer cualquier elección que surja de un proceso de este tipo», a lo que se sumó el colombiano Juan Manuel Santos.

Para el chileno Sebastián Piñera, esas elecciones «no son democráticas». El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, calificó de «inaceptable» la situación. El presidente interino de Brasil, Michel Temer, se mostró proclive a una solución con el respaldo de la OEA. El mexicano Enrique Peña Nieto dijo esperar que los venezolanos puedan «resolver de manera pacífica» sus controversias.

La unanimidad antichavista fue apenas puesta en entredicho por Cuba y Bolivia. El ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, se refirió a la «amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional» venezolana llevada a cabo por una «superpotencia». Evo Morales, por su parte, repudió «las sanciones unilaterales y las amenazas de invasión» de EEUU y añadió, ante la indiferencia de sus pares: «Nuestra región no es un patio trasero de nadie».

Desde Caracas, Maduro no se demoró en responder: «Da vergüenza, da pena ver a esos presidentes, odiados por los pueblos, hablar sobre el noble pueblo de Venezuela».