Rashida Tlaib suele emocionarse hasta las lágrimas cuando cuenta a los votantes o a los medios la historia del día en que, cuando estaba comentando con su esposo una viñeta publicada en USA Today en la que básicamente se equiparaba el islam al nazismo, uno de sus dos hijos le dijo: «No te preocupes, mamá. Si alguien me pregunta si soy musulmán mentiré y les diré que no».

El pequeño ahora no debe tener miedo, sino orgullo. El martes pasado, Tlaib se impuso en las primarias demócratas en el Distrito 13 de Michigan y, sin oposición formal de republicanos o independientes para las elecciones legislativas de noviembre, se da por seguro que se hará con un escaño en la Cámara de Representantes. La demócrata socialista, representante del ala más progresista del partido, se convertirá en la primera mujer musulmana que llega al Congreso de Estados Unidos.

Abogada de formación, nacida hace 42 años en Detroit y la mayor de 14 hermanos en un familia de padres palestinos emigrantes, Tlaib ya había hecho historia en el 2008, cuando se convirtió en la primera congresista estatal musulmana de Michigan, la segunda en todo EEUU.

Pero su salto a la esfera nacional es aún más significativo, un hito más que simbólico en la época de Donald Trump, un presidente que no solo ha teñido su discurso de tintes islamófobos sino que ha logrado poner en vigor un veto a la entrada en EEUU de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (además de norcoreanos y venezolanos). «Combatiré cada estructura racista y opresiva que debe ser desmantelada, merecéis algo mejor de lo que tenemos hoy con nuestro presidente», dijo Tlaib en la madrugada del 9 de agosto.

Hace justo dos años, cuando Trump era solo candidato y Tlaib ya había dejado su cargo de congresista estatal, trabajaba para una organización de justicia social y formaba parte del grupo Madres contra Trump, fue detenida con otras 11 mujeres por interrumpir un discurso del entonces aspirante republicano a la presidencia en Detroit. En su caso, gritó a Trump preguntándole si había leído la Constitución. «Estoy orgullosa de ese momento, de haber actuado contra su retórica. Era lo más americano que podía hacer».

CONTRARIA A LA GUERRA / Tlaib pone el foco de su candidatura en la defensa y el impulso de valores progresistas, en la cercanía a los votantes, en el trabajo en la comunidad... Pero asume también que tiene «capas de identidad» que marcan su figura política: mujer, de color, madre, musulmana, palestina, árabe… «Soy firmemente contraria a la guerra y he visto de primera mano lo devastador que es el conflicto militar y creo que si más miembros del Congreso conocieran de hecho las realidades de la guerra y de los cambios de régimen no serían tan insensibles sobre lanzar bombas en países distantes».