John McCain puso la mejor de sus voces amenazadoras y alertó de que el trío "Obama-Pelosi-Reid" es "peligroso" para los bolsillos de los estadounidenses. Este se ha convertido en uno de los principales argumentos del republicano en la recta final de la campaña (y un escenario de pesadilla para su partido): Barack Obama en la Casa Blanca, Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes y Harry Reid como líder del Senado implican que los demócratas controlarían los resortes del poder en Washington. Si los sondeos dan como perdedor a McCain, en las otras elecciones del 4 de noviembre, las legislativas, los demócratas aspiran a aumentar su ventaja en ambas cámaras del Congreso y levantarse el 5 de noviembre con el control de la Casa Blanca y del Capitolio, algo que no sucede desde 1992 bajo la presidencia de Bill Clinton.

CIFRA MAGICA Al margen de elegir presidente, los estadounidenses renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 miembros del Senado. En las legislativas del 2006, los demócratas lograron la mayoría en la Cámara baja (235 a 199, con una vacante) y en la alta (49 a 49 pero con dos independientes vinculados al caucus demócrata). Las expectativas ahora son más altas, corroboradas por las encuestas, y pasan por ampliar la mayoría en la Cámara y en el Senado lograr la cifra mágica de los 60 senadores.

No es un cálculo baladí. En el Senado existe la figura que en inglés se llama filibuster : bloquear una ley antes de que llegue a votarse, una medida pensada para proteger a las minorías. Para salvar a los filibuster (a los que los republicanos han recurrido en 92 ocasiones en esta sesión del Senado, una cifra récord) se necesita una mayoría de 60 senadores. Ningún partido ha logrado desde 1977 una mayoría que lo blindara contra los filibuster , uno de los motivos por los cuales tantas y tantas leyes suelen morir en el Congreso.

De las sillas en liza en el Senado, 23 son republicanas y 12, demócratas. Los senadores republicanos y sus compañeros de la Cámara de Representantes tienen el mismo problema al que se enfrenta McCain: la crisis económica y la gran impopularidad de George Bush.

Los estadounidenses suelen ser reacios a concentrar el poder legislativo. Para convencerles, los candidatos demócratas también han hecho del cambio la bandera de su campaña electoral, al rebufo del mensaje que está dando alas a Obama. Aunque eclipsadas por la campaña de las presidenciales, las elecciones legislativas son claves en el sistema político estadounidense. Sin un Congreso favorable, el margen de acción del presidente se limita muchísimo, ya que todas sus políticas deben pasar el filtro de una cohabitación deseable pero que ha degenerado en un bloqueo de facto en Washington salvo en grandes asuntos como la autorización a Bush para la guerra en Irak. Un ejemplo reciente fueron las dificultades que tuvo el presidente con su plan de rescate bancario.

Congreso y Casa Blanca están obligados a trabajar juntos, y los demócratas confían en que una mayoría permita a un presidente Obama ponerse a trabajar de inmediato para plasmar en realidades su mensaje de cambio. Para los republicanos, la perspectiva es una pesadilla, ya que si los demócratas logran los 60 senadores, su papel en Washington podría ser irrelevante.

NUEVO REVES Las perspectivas de los republicanos en el Senado empeoraron ayer al saberse que el senador por Alaska Ted Stevens fue declarado culpable de haber falseado información financiera hasta en siete ocasiones. McCain le pidió que dimitiera. Stevens replicó que el fallo es "injusto" y que volverá a Alaska para seguir con la campaña. Si se niega a dimitir, el Senado podría expulsarle. Este veredicto puede acercar a los demócratas a los 60 escaños. Los republicanos ya no tienen tiempo para buscar otro candidato en Alaska.