Decía ayer el escritor egipcio Alaa Aswany que "se ha roto la barrera del miedo", después de que decenas de miles de sus compatriotas protestaran el martes en varias capitales del país contra los 30 años del régimen de Hosni Mubarak. Y parece que tiene razón. Miles de egipcios desafiaron ayer la prohibición de manifestarse, emitida por el ministro de Interior, y tomaron las calles. La respuesta policial degeneró en violencia, la muerte de un manifestante y un policía, y más de 500 arrestados en los dos últimos días. Was- hington y Bruselas pidieron al Gobierno egipcio que preserve el derecho de manifestación e impulse reformas.

El ministro de Interior, Habib al Adly, había advertido de que no toleraría "movimientos provocativos, reuniones de protesta o marchas organizadas". Pero no tuvo éxito. La jornada estuvo plagada de intentonas para mantener vivo el desafío de la Jornada de la ira, sobre todo en El Cairo, tomado por la policía. Miles de personas se unieron a las convocatorias iniciadas frente a sindicatos de periodistas y abogados. Al grito de "¡Pan, libertad y justicia social!" o "¡Fuera Mubarak!" cortaron una de las calles, antes de que la policía cargara contra ellos con cañones de agua, porras y gases lacrimógenos.

PORRAZOS Y BALAS DE GOMA Junto a la céntrica plaza Tahrir, evacuada la noche anterior entre carreras, porrazos y balas de goma, algunos ciudadanos se enfrentaron con piedras a la policía y quemaron neumáticos y contenedores. Este tipo de escenas son prácticamente inéditas en el Egipto de Mubarak. Tanto como la de esos jóvenes que el martes treparon sobre los blindados policiales o arrancaron carteles con la efigie del sacrosanto presidente y su hijo Gamal, llamado a heredar su trono. Los medios oficiales egipcios, sin embargo, están actuando como si nada ocurriera. El martes dedicaron su programación a los incidentes en el Líbano o a ensalzar a la policía en su día festivo del calendario, una policía odiada y temida por los egipcios. También en Suez y las regiones de Mansura, Daqahlia y el norte del Sinaí se registraron protestas. A orillas del canal, cientos de manifestantes reclamaron justicia por los tres muertos de la víspera.

El Gobierno egipcio ha acusado a la Hermandad Musulmana de incitar las protestas, pero los islamistas no se sumaron a las convocatoria del martes, irritando a sus cuadros más jóvenes. El temor a que el país caiga en manos de los fundamentalistas le ha servido al régimen para garantizarse durante años el apoyo económico y político de Europa y EEUU.

La verdadera semilla de la contestación sigue plantada en los foros sociales de internet. El Gobierno logró bloquear algunas horas las páginas de Twitter y Facebook.

Después de la tibia y tardía reacción a la revolución tunecina, EEUU y Europa intentan demostrar que defienden los valores que predican. La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, instó al Gobierno a que sea "receptivo" a las "necesidades legítimas" de su pueblo.