El trasiego de decenas de miles de palestinos entre Gaza y Egipto continuó ayer después de que las fuerzas de seguridad egipcias intentaran sin éxito cerrar la frontera el viernes. Un gobernador del Sinaí aseguró que se mantendrá abierta hasta que los palestinos acaben de hacer acopio de productos esenciales para aliviar la crisis humanitaria generada tras siete meses de bloqueo israelí. Pero la paciencia de El Cairo, que se encuentra bajo una intensa presión de EEUU e Israel, parece agotarse y los indicios apuntan a lo contrario.

El ministro egipcio de Exteriores, Ahmed Gheit, denunció las "provocaciones" sufridas por sus fuerzas de seguridad en la frontera. Un total de 38 policías egipcios, afirmó, han resultado heridos en distintos altercados provocados "por grupos palestinos", un mensaje claramente dirigido a Hamás. De momento Egipto ha empezado a restringir el acceso hasta Al Arish, a 45 km de Rafá y hasta ahora la localidad más distante a la que se permitía llegar a los palestinos. Allí los precios seguían siendo decentes, después de que en Rafá se equipararan casi a los niveles de Gaza. Además, según fuentes de la seguridad egipcia, El Cairo quiere reducir la llegada de alimentos a ambas poblaciones para forzar el regreso de los palestinos.

Tampoco pinta bien la reunión de reconciliación entre Al Fatá y Hamás propuesta por el presidente egipcio, Hosni Mubarak. El presidente palestino, Mahmud Abbás, rechazó ayer la invitación y tratará hoy de convencer al primer ministro israelí, Ehud Olmert, de que le deje ocuparse de las fronteras de Gaza.