El autobús fletado por el Ejército israelí para la prensa llegó a las 5.30 horas a las puertas cerradas de Nezer Hazani tras salvar la incompetencia burocrática de los militares, cuatro horas de espera y la primera sorpresa que deparaban los habitantes de la colonia: tres farolas cruzadas en mitad de la carretera. Un colono del asentamiento registró el bus con el visto bueno de los militares en busca de soldados camuflados y expresó su sentencia, cargada de una pasmosa autoridad teniendo en cuenta que desde la medianoche del domingo su presencia en Nezer Hazani es ilegal para Israel: "Aquí no entra nadie". Y entonces apareció ella, menuda, sonriente, tocada con su habitual gorra azul, y muchos periodistas suspiraron como si hubieran visto al mismísimo Mesías: "¡Anita!".

Y Anita Tucker, la abuela de Gush Katif, probablemente la colona más entrevistada del último año por periodistas de todo el mundo, hizo el milagro, lo que el militar --un capitán-- no podía hacer, aunque parezca mentira en un país democrático: cual Moisés en el mar Rojo, Anita hizo que se abrieran las puertas de Nezer Hazani para la prensa. Eso sí, la "hermana Anita" --como la llamó el capitán, al que sólo le faltó ponerse en posición de firmes-- aprovechó para soltar su primer discurso, ése que ha repetido hasta la saciedad en los últimos meses: "Hace 29 años que vivo en Gush Katif. Aquí nacieron tres de mis cinco hijos y todos mis nietos. Sólo quiero algo natural: el derecho a que nazcan aquí mis bisnietos. Nos resistiremos pacíficamente contra esta locura de plan que va a convertir a Gaza en un centro de terrorismo mundial".

Niños y jubilados

Estadounidense de origen e israelí hasta la médula, Anita, de 59 años, es la líder del ejército de judíos ultraortodoxos, adolescentes, madres, niños, jubilados, abuelas y demás habitantes de Nezer Hazani que ayer impidieron, por dos veces, que el Ejército entregara las órdenes de evacuar las casas. La resistencia pasiva de Nezer Hazani fue de lo más simple, y a la vez, eficaz: decenas de jóvenes vestidos de naranja rezando, cantando canciones místicas y bailando en corros ante la puerta de la colonia, dos coches atravesados y una grúa extendida horizontalmente.

Embarazadas y bebés

Tras ellos, formando una retaguardia que puede convertirse en una arma de destrucción masiva contra el Ejército israelí ante su opinión pública en caso de que intenten evacuar la colonia por la fuerza, una amalgama de mujeres embarazadas, bebés en pañales, niños correteando y quinceañeras fotografiándose con su nuevo amigo llegado hace unas semanas de un asentamiento de Cisjordania salvando el mayor despliegue de seguridad de uno de los mejores ejércitos del mundo.

Y pendiente de todo ello, inasequible al desaliento y al calor criminal de estos días en Gaza, repartiendo sonrisas por doquier, explicando por enésima vez a cualquier periodista que lo requiera cómo hace tan sólo una semana plantó tomates en una tierra de la que va a ser desalojada en los próximos días, Anita movía a sus tropas. Enviaba a un grupo de niños para que la foto de la grúa quedara mejor o pedía a los adolescentes cantores y sudorosos que subieran el tono de sus cantos y el ritmo del baile.

Y así pasó Nezer Hazani el primer día en que se convirtió en una colonia doblemente ilegal, según la legislación internacional --como lo ha sido desde hace tres décadas-- y según la ley israelí. Por la noche, los colonos se reunieron en la sinagoga para preparar el plan de acción del martes, cuyas líneas maestras diseñará la mariscal Anita.

Eso sí, la mayoría de casas ya están vacías de muebles y muchos habitantes señalan el fin de semana como el momento en que se marcharán todos a la vez. A pesar de los tomates que plantó Anita.