Nadie puede saber lo que sintieron los dos hijos de Ingrid Betancourt cuando anoche supieron que su madre, secuestrada por las FARC desde hace más de seis años, estaba finalmente en libertad. Aunque decir nadie es exagerar. Lo saben probablemente los hijos y las madres y los hermanos y los familiares de los otros 14 rehenes rescatados ayer por el Ejército colombiano, algunos con más de una década en la selva. Una espectacular, milimétrica y casi cinematográfica operación militar permitió al Gobierno de Alvaro Uribe anotarse un nuevo tanto en la lucha contra la guerrilla, un éxito con una inmensa repercusión que reforzará todavía más el abrumador apoyo que le brinda el pueblo colombiano.

Alrededor de la medianoche, los rehenes llegaron al aeropuerto militar de Bogotá, donde les esperaban sus conmovidos familiares. Ingrid Betancourt, cuyo aspecto era bastante bueno pese a las alarmantes noticias que han circulado sobre su estado de salud, pudo abrazar a su madre, Yolanda Pulecio, en una imagen que hoy dará la vuelta al mundo. Poco antes la radio militar colombiana había difundido las primeras palabras en libertad de quien ha sido un símbolo del sufrimiento de su país. "Quiero dar gracias a Dios y a los soldados de Colombia", manifestó Betancourt, quien añadió que su liberación y la de los otros 14 cautivos es "una señal de paz para Colombia. Nos están demostrando que la paz sí es posible".

SANOS Y SALVOS En el grupo de rescatados figuran, asimismo, los contratistas estadounidenses Marc Gonsalves, Thomas Howes y Keith Stansell, rehenes desde el 2003, así como 11 militares y agentes de policía. El rescate, según explicó el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, tuvo lugar en la provincia de Guaviare, en el sur del país, una zona que hace décadas está bajo control guerrillero. Los rescatados eran trasladados anoche a una base militar cerca de Bogotá.

El titular de Defensa explicó que agentes del espionaje militar consiguieron infiltrarse en el secretariado de las FARC (el órgano Ejecutivo de la guerrilla) y en la cuadrilla que durante los últimos años se ha encargado de la custodia de un numeroso grupo de secuestrados. Al parecer, el sucesor de Tirofijo y desde hace menos de dos meses jefe máximo de la guerrilla, Alfonso Cano, ordenó el traslado de los 15 rehenes a la región del Guaviare, donde tiene su campamento. Los secuestrados, separados en tres grupos, fueron reunidos para el traslado, que se iba a llevar a cabo en helicóptero. La jugada cinematográfica de los militares fue hacer pasar por guerrillero un aparato tripulado por miembros del Ejército. "El helicóptero --relató Santos--, que en realidad era del Ejército, recogió a los secuestrados en las inmediaciones del departamento provincia del Guaviare, y ahora están volando libres, sanos y salvos".

La denominada operación Jaque fue recibida con alborozo y júbilo y, a veces, con una cierta dosis de incredulidad por parte de las familias de los rehenes rescatados, algunos de ellos padres que dejaron a sus mujeres embarazadas y ahora se van a encontrar con que tienen un hijo de 10 años; un hijo al que nunca habían visto. "Es una alegría muy grande, nadie se lo puede imaginar", declaró Carmen Medina de Pérez, la madre del cabo William Pérez, que llevaba 10 años y 4 meses en la selva.

GOLPE DURISIMO El rescate de Betancourt --y de los otros 14 rehenes-- supone un duro golpe para las FARC, uno más en la larga lista que exhibe la política de seguridad democrática de Alvaro Uribe. Se trataba de su rehén más importante.