Algunos prefirieron quitarse sus camisas rojas y fundirse con la multitud por temor a represalias. Otros, en cambio, aún seguían congregándose en pequeños grupos al caer la noche, desafiando el estado de excepción decretado por las autoridades el domingo.

Pero lo cierto es que la megalópolis de Bangkok regresó ayer a la normalidad después de que los líderes del movimiento contestatario ordenaran disolver las protestas de días precedentes, que causaron dos muertos en enfrentamientos con el Ejército y que obligaron a cancelar la cumbre asiática en Pattaya.

"Teníamos que pararnos; debíamos tener en cuenta las vidas de nuestros simpatizantes", afirmó Jatuporn Prompan, uno de los líderes del movimiento de los camisas rojas leales al exprimer ministro Thaksin Shinawatra. Unos 2.000 manifestantes, según un portavoz militar, se habían congregado durante la noche junto a la sede del Gobierno, rodeados por cientos de soldados armados y de blindados. Tras haber debatido entre ellos, los líderes del movimiento de protesta decidieron llamar a dispersarse. La policía y el Ejército han prometido la impunidad a los militantes de base que no hayan tomado parte en las reyertas violentas. La mayoría de los opositores prefirieron volver a sus hogares en las zonas pobres del norte del país.

PAPEL FUNDAMENTAL El papel que ha jugado el Ejército ha sido fundamental a la hora de decantar la protesta del lado del Gobierno. Contrariamente a lo sucedido durante las protestas de finales del 2008, que precipitaron la caída del Gobierno pro- Shinawatra, los militares, en esta ocasión, no se han mantenido pasivos ante los camisas rojas .

En tres ocasiones, el primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, apareció en televisión flanqueado por los principales responsables militares del reino. "No creo que esto sea el final de la historia", aseguró Danny Richards, economista de la Economist Intelligence Unit en Londres. "Pese a todo, en términos de la protesta en sí misma, Vejjajiva ha logrado mantener el control, y hay que decir que ha evitado una grave crisis de confianza en su Gobierno", aseguró.

Aunque algunos países, como Bélgica, han levantado la recomendación de no viajar a Tailandia, España sigue desaconsejando hacerlo. "Los opositores han anunciado nuevas movilizaciones después de la celebración del año nuevo tailandés y el Gobierno no ha levantado el estado de excepción", advierte el Ministerio de Asuntos Exteriores en su página web. "Aunque los aeropuertos funcionan con normalidad, podrían repetirse cierres aeroportuarios como los de noviembre pasado", apuntó.