“Un nuevo tiempo necesita una nueva política”. Con cierto regusto irónico, el lema decora un congreso socialdemócrata que ha servido para volver a tender el brazo a los conservadores de la cancillera Angela Merkel. En el salón principal de este recinto a la orilla oeste del Rin, el SPD ha aprobado con tan solo un 56% de los votos negociar la reedición de una gran coalición, evidenciando una profunda división en el partido socialdemócrata más antiguo de Europa.

La fractura interna era visible desde primera hora de la mañana. Frente a las puertas del congreso, más de un centenar de personas se han reunido con la intención de presionar a los 600 delegados que acudían a esta cita trascendental. “Ya lo hemos visto en otras tres ocasiones, el SPD corre el riesgo de desaparecer”, explica Maria Befeldt, politóloga de la Universidad Libre de Berlín y miembro de los Jusos, las juventudes del SPD.

Dentro, los nervios y la tensión se palpaban en el ambiente. Tras ocho años de Gobierno con los conservadores el hartazgo es notorio. “No podemos repetir el error mil veces y ponernos las manos a la cabeza cuando la gente deja de votarnos”, explica a EL PERIÓDICO Delara Burkhardt, vicepresidenta de los Jusos. Además de los delegados y la prensa, desde las gradas los partidarios del ‘no’ a Merkel han dejado claro su apoyo, dejando la curiosa imagen de ver a líderes regionales de las juventudes ser más vitoreados que el propio Martin Schulz.

En el momento clave el congreso ha enmudecido, expectante. El murmullo de los presentes dejaba entrever que la votación también podía poner en jaque la continuidad de Schulz así como el futuro de Merkel. Los delegados han levantado las manos. El resultado ha sido tan ajustado que se ha tenido que repetir el recuento. Al final, a pesar de ser más ruidoso, el sector izquierdista se ha quedado a las puertas del bloqueo.

Decepción ante el candidato

El entusiasmo ha dejado paso a cierto clima de decepción. Especialmente amargo ha sido tener que enfrentarse a Schulz, quien no hace mucho era visto por las juventudes y el sector izquierdista del SPD como el candidato que se opondría a la gran coalición para liderar un lavado de cara del partido. “Pensábamos que Schulz mantendría su posición, pero ha terminado sucumbiendo a las estructuras del partido”, lamenta Befeldt.

Si los aplausos fuesen votos, los Jusos habrían ganado esta batalla. Pero aún no dan la guerra por perdida. En las próximas semanas de duras negociaciones, asegura Burkhardt, la presión a la directiva del SPD seguirá. El acuerdo final deberá ser ratificado por la militancia. “Es mejor probar algo nuevo que repetir algo que será malo para Alemania”.