Casi 58 millones de ciudadanos iranís -de sus 80 millones- estaban llamados ayer a las urnas para elegir un Parlamento en el que se espera que pierdan fuerza los reformistas y moderados y la ganen los conservadores y los candidatos de la línea dura. El Consejo de Guardianes descalificó a 6.850 aspirantes, la mayoría moderados, alegando que eran «corruptos» o «infieles al islam», hecho que no ha dejado mucho margen a los ciudadanos reformistas a la hora de escoger. Las autoridades iranís ya esperaban una participación del 50%, comparada con el 62% y el 66% que se alcanzó en el 2016 y el 2012, respectivamente.

Los comicios se han celebrado en un momento en que la tensión entre Teherán y Washington se ha disparado y en que los ciudadanos viven un enorme descontento general, principalmente provocado por las nuevas sanciones económicas que impuso Estados Unidos sobre Teherán, después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, decidiera retirar a su país del acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

Estas elecciones no tienen una gran influencia en cuestiones que dependen directamente del líder supremo, el ayatolá Ali Jamaneí. Pero un triunfo conservador daría alas a los más radicales de cara a las presidenciales del 2021.