Francia celebra hoy la primera vuelta de unas elecciones regionales particularmente difíciles para el partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Las encuestas auguran una contundente victoria de la izquierda, pero la primera secretaria del Partido Socialista (PS), Martine Aubry, no será la única beneficiada. La campaña ha servido al primer ministro, François Fillon, de trampolín para salir de la sombra de Sarkozy.

Definido por el jefe del Estado como un simple "colaborador", Fillon ha pasado tres años en la sala de máquinas del Gobierno. La humillante alusión del presidente, unida a su escasa presencia pública, le valió el sobrenombre de Mister nobody (Don nadie). Sin embargo, mientras el presidente daba la cara en todos los frentes con el consecuente coste para su popularidad, el discreto primer ministro iba ganando puntos. Aunque también ha sufrido el desgaste del poder, hoy la cota de simpatía de que goza Fillon entre los franceses se sitúa en el 43%, siete puntos por delante de su jefe de filas, que ha caído en picado.

RECAMBIO Ante las dificultades para superar la ventaja socialista, que gobierna en 20 de las 22 regiones del país, Sarkozy ha optado por mantenerse en un segundo plano durante la campaña del que será su último examen electoral antes de las presidenciales del 2012. El presidente ha dejado el campo libre a su primer ministro. Y Fillon se ha lanzado a la arena electoral con un brío inesperado. Aunque no ha logrado invertir la tendencia electoral en unos comicios muy marcados por la desmovilización --uno de cada dos votantes no tiene intención de acercarse al colegio electora--, su imagen ha salido muy reforzada.

El presidente Fillon , titula provocativamente en portada el semanario Le Point , que le presenta incluso como recambio del jefe del Estado si este no opta a la reelección. La revancha de Fillon , reza L´Express , también en primera página. Según un sondeo reciente, los franceses valoran en Sarkozy su determinación y su autoridad, pero en el primer ministro ven más cualidades y aplauden su sentido del diálogo, su eficacia, su sinceridad y su capacidad de escuchar.

ENCUESTAS NEGATIVAS Sin embargo, los esfuerzos de Fillon en la campaña apenas se traducen en las encuestas. El sondeo de Le Monde sitúa en un 30% el porcentaje global de sufragios del PS y en un 29% el de la UMP, mientras el conservador Le Figaro otorga a los socialistas un 27% frente a un 29,5% de la UMP.

Aunque a primera vista no lo parezca, estos estudios de opinión son muy negativos para la derecha, puesto que en la segunda vuelta electoral los socialistas tradicionalmente recogen los votos de los ecologistas --que se consolidan como tercera fuerza del país--, la extrema izquierda y los centristas. La derecha, en cambio, solo suma una parte de los votos del Frente Nacional.

LA APERTURA La abstención castiga también a la UMP, cuyo electorado está tan desmotivado como sus cuadros medios. La estrategia de apertura de Sarkozy, que ha incorporado a notables socialistas al Ejecutivo y a puestos claves como el Tribunal de Cuentas, no es bien recibida en el partido. Los candidatos, además, deben hacer hueco en sus listas a las pequeñas formaciones de centroderecha incorporadas por el presidente.

El contexto tampoco es favorable. Las manifestaciones se multiplican en las calles: los magistrados, por la supresión del juez de instrucción; el personal sanitario, por la reforma del sector; los profesores, hartos de sufrir la violencia en la escuela; los trabajadores de Total, por el cierre de una refinería- Y todos ellos culpan a Sarkozy.