Los marroquís acudieron ayer a las urnas en cuentagotas. La abstención, que iba camino de batir todos los récords, fue la nota predominante en unos comicios parlamentarios en que los islamistas del Partido para la Justicia y el Desarrollo (PJD) partían como claros favoritos. Cuando faltaban tres horas para el cierre de los colegios electorales solo había votado el 25% de los electores. En los anteriores comicios, celebrados en el 2002, la participación fue del 52%.

De estas elecciones legislativas saldrá el reparto de los 325 escaños de la Cámara de Representantes o Cámara baja del Parlamento. Unos 15,5 millones de electores estaban convocados a acudir a uno de los 40.000 colegios electorales del país.

Son las primeras elecciones marroquís en que las autoridades han permitido la presencia de observadores internacionales. Los resultados oficiales definitivos no se darán a conocer hasta mañana. En un informe elaborado el mes pasado, dichos observadores subrayaron que "cuanto mayor sea el retraso en la publicación de los resultados más crecerá la preocupación de la opinión pública respecto al fraude y la manipulación".

ADVERTENCIA El líder del islamista Partido para la Justicia y el Desarrollo (PJD), Saad Edine el Othmani, expresó su confianza en que el rey Mohamed respete su palabra de designar como jefe de Gobierno al que sea elegido por los ciudadanos. "El rey va a mantener su palabra y nombrar al primer ministro que salga de las urnas", dijo. Las diplomáticas palabras de Othmani encerraban una clara advertencia.

El rey tiene el control de ministerios tan importantes como el de Exteriores o el del Interior. Además, puede nombrar al primer ministro a su libre albedrío. Pero debido a las críticas que tuvo en el 2002, cuando nombró al empresario Driss Jetú, en esta ocasión el monarca ha prometido elegir al primer ministro "de entre los partidos ganadores".

Los islamistas moderados constituían a priori la fuerza que, según los escasos sondeos publicados, aparecía como la más probable ganadora. Y eso a pesar de que el Ministerio del Interior maniobró para contener el auge islamista con una redistribución del mapa electoral.

PERJUICIO El nuevo diseño perjudica claramente al PJD puesto que en algunas ciudades, como Casablanca, se han reducido los escaños en juego, y en otras, como Tánger, se ha alterado la composición, incorporando zonas rurales a zonas tradicionalmente urbanas. Se calcula que la nueva distribución habrá hecho perder el PJD unos 10 escaños.

Ayer, a Lahcen Daoudi, el número dos del PJD, todo esto parecía importarle poco. "Ganaremos y ¿por qué no? Puede que el primer ministro sea uno de los nuestros", afirmó.