Nicolas Sarkozy ha lanzado un toque de atención a Pekín. Tras haber pedido al Gobierno chino el cese de la violencia en el Tíbet, el presidente francés dio ayer un paso más al no descartar un boicot de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos que se celebrarán el próximo verano en la capital. El jefe del Estado francés rompió así su silencio ante la presión de las asociaciones de defensa de los derechos humanos, la oposición e incluso algunos miembros de la mayoría gubernamental.

"Creo que es muy importante transmitir nuestra gran preocupación. Quiero que el diálogo empiece y graduaré mi respuesta en función de la respuesta de las autoridades chinas", declaró Sarkozy durante una visita a Tarbes tras apelar "al sentido de la responsabilidad de los dirigentes chinos". El presidente francés se mostró dispuesto a recibir al dalái lama durante la visita pastoral que este realizará a Francia el próximo mes de agosto.

MAS MUERTOS Más contundente, el ministro de Exteriores francés, el socialista Bernard Kouchner, opinó que la represión china contra los manifestantes tibetanos "no es soportable". Ayer trascendió que al menos dos personas murieron el lunes en nuevas protestas, mientras las autoridades chinas anunciaban 13 detenciones en la capital, Lasa, relacionadas con el inicio de la crisis.

Un policía resultó muerto y, según el Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia, un manifestante perdió la vida por disparos y otro está grave. "La policía se ha visto obligada a disparar", indicaron fuentes oficiales. Estos disturbios se conocen después de que representantes de Reporteros Sin Fronteras irrumpieran el lunes en la ceremonia de la antorcha olímpica, en Olimpia (Grecia).

Ante la advertencia de Sarkozy, Washington ha optado por no sumarse al amago de boicot de Francia. Tampoco el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, ha secundado a Sarkozy.