El embajador de España en Honduras, Ignacio Rupérez, ha regresado a Tegucigalpa después de siete meses fuera del país con el propósito de ir normalizando la relación diplomática entre ambos países, que quedó interrumpida en protesta por el golpe de estado que derrocó al ex presidente Manuel Zelaya.

Rupérez se reincorporó ayer, miércoles, a su puesto una vez que Porfirio Lobo tomó posesión como nuevo presidente hondureño hace una semana, han informado a Efe fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores. El embajador de España fue llamado a consultas el pasado 1 de julio, tres días después del golpe que derrocó a Zelaya y que instauró un Gobierno de facto dirigido por Roberto Micheletti.

España, al igual que otros países de la UE y de América Latina, ordenó la retirada temporal de su embajador para condenar la destitución de Zelaya y presionar en pro del restablecimiento del orden constitucional. Aunque no ha habido un reconocimiento expreso del nuevo presidente después de su triunfo en las elecciones del pasado 29 de noviembre, la intención del Gobierno es normalizar progresivamente la interlocución con las nuevas autoridades hondureñas.

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha asegurado hoy en el Parlamento Europeo en Bruselas que la reanudación del diálogo es posible "una vez que el orden constitucional ha vuelto" a Honduras. El Ejecutivo ha mostrado su interés en que Honduras se incorpore a las negociaciones entre la UE y Centroamérica encaminadas a cerrar un acuerdo en la cumbre que se celebrará el próximo mes de mayo en Madrid durante la presidencia española de turno.

España estuvo representada en la investidura de Lobo por el número dos de la Embajada, Alberto Miranda de la Peña, después de que el Gobierno decidiera no enviar ni al Príncipe, ni a cualquier otro alto cargo. La anterior ocasión en la que el Gobierno de España llamó a consultas a un embajador fue en 2002 con motivo de la invasión del islote de Perejil por Marruecos.