En los próximos meses,el presidente francés, Emmanuel Macron, se juega algo más que el éxito de la reforma de la empresa estatal del ferrocarril, la SNCF. El resultado de la batalla que ayer iniciaron los sindicatos del verdadero emblema del servicio público francés para oponerse a los planes liberalizadores del presidente será un termómetro de la temperatura social del país y de la capacidad de Macron para soportar la presión de la calle.

El conflicto de los ferroviarios, que rechazan la apertura del sector a la competencia y la supresión del estatuto especial del que gozan los trabajadores de la compañía, ilustra bien el enfrentamiento entre dos visiones de Francia. La de un presidente que quiere adaptar el país a los retos de la globalización y la de los sindicatos que defienden los derechos sociales del sector público.

Tanto el Elíseo como las centrales sindicales confían en el apoyo de la opinión pública. Y en los dos campos se preparan para un duro conflicto que podría durar meses. Los ferroviarios prevén una huelga intermitente hasta finales de junio, a razón de dos días de paro por cada cinco de actividad, una verdadera pesadilla para los usuarios.

Ayer, el paro fue secundado por el 34% del personal de la SNCF, un seguimiento ligeramente inferior al 35,4% del pasado 22 de marzo. Hubo, además, numerosas manifestaciones en las principales ciudades francesas a las que se sumaron estudiantes, funcionarios de hospitales, profesores y trabajadores de Air France.

tráfico interrumpido / La incidencia de la huelga fue notable, especialmente en los trenes de cercanías y en los de alta velocidad, donde solo circuló uno de cada ocho. El Eurostar que une Francia con el Reino Unido se vio menos afectado y el Thalys con Bélgica y Holanda funcionó casi con normalidad. En cambio, no hubo trenes hacia España, Suiza e Italia.

El paro, que afectó a 4,5 millones de usuarios, se notó en los accesos a las principales ciudades, donde los automovilistas sufrieron atascos monumentales. En las estaciones de tren los viajeros se agolparon en los andenes y en la de Lyón (París) tuvieron que socorrer a una persona que se cayó a la vía.

Al personal de la SNCF se sumaron otros sectores, tanto del sector público como del privado. La intención de los sindicatos es presionar al Ejecutivo en diversos frentes de manera simultánea. En Air France, los sindicatos convocaron su cuarta jornada de paros para reclamar una revalorización salarial del 6%. El paro afectó al 25% de los vuelos. También Carrefour se enfrenta a numerosos bloqueos en el acceso a los supermercados porque sus trabajadores protestan por la supresión de puestos de trabajo anunciada en enero.

Otro sector afectado es el de los servicios de recogida de basuras, que exigen la creación de un servicio público nacional, un estatuto único para los trabajadores y una reducción de la jornada laboral. En contra de la liberalización del sector energético se movilizan los sindicatos de EDF (Electricité de France) con paros hasta el próximo 28 de junio. Las organizaciones estudiantiles, por su parte, llevan varias semanas alzando la voz contra la reforma de acceso a la universidad. Ayer hubo bloqueos de facultades en Toulouse, Burdeos, Montpellier, Niza, Nantes y Poitiers.

Aunque muestran músculo, los sindicatos están lejos del 72% que sumaron en el 2007 contra la reforma del régimen especial de jubilación impulsado por Nicolas Sarkozy y de las movilizaciones de finales de los 90. Ningún Gobierno que quiera tocar la SNCF olvida las huelgas de 1995, que obligaron al entonces primer ministro Alain Juppé a retirar su proyecto tras semanas de conflicto.

Provocación del Gobierno / Sin embargo, ahora el contexto ha cambiado y el Ejecutivo está decidido a llevar la reforma hasta el final -como hizo con éxito en octubre pasado al flexibilizar el mercado laboral- porque considera insostenible el statu quo actual de la SNCF, lastrada por la deuda, la falta de inversión en infraestructuras y la impuntualidad de los trenes.

El primer ministro, Edouard Philippe, negó en la Asamblea nacional que el objetivo sea privatizar la SNCF. Los grupos políticos de izquierda, minoritarios en la Cámara, criticaron tanto el contenido como el método.