No hubo ganadores ni perdedores. El primer debate televisado, anoche, entre los tres aspirantes a la candidatura del Partido Socialista a la presidencia francesa, Segol¨ne Royal, Dominique Strauss-Kahn y Laurent Fabius, estuvo marcado por una ausencia de confrontación que permitió a la presidenciable mantener las distancias respecto a la ortodoxia socialista de sus dos rivales. Las diferencias se expresaron en el terreno económico --Royal estuvo escurridiza respecto a la generalización de las 35 horas semanales, como marca el programa socialista--, menos en el social, y mucho en el estilo.

Royal apeló a los electores y a su derecho a recobrar el orgullo de ser franceses. Con esta fórmula, logró superar el debate sin sufrir daños. Mientras Fabius se dedicaba a cultivar el voto más izquierdista presentándose como el candidato del poder adquisitivo y un convincente Strauss-Kahn mostraba su lado más socialdemócrata, Royal se mantuvo fiel a su discurso heterodoxo. Evitando las estridencias, se permitió dudar de la bondad de la jornada de 35 horas. "Mi concepción de la política es ver las cosas como son, no aplicar fórmulas preconcebidas", indicó antes de afirmar que, para algunos, las 35 horas han sido "una regresión".

RIVAL DE LA DERECHA Además de mantenerse en cabeza entre las preferencias de los socialistas, Royal ha empezado a aparecer como una dura rival para el centroderecha. Según la última encuesta, del diario conservador Le Figaro, Royal ganaría una hipotética segunda vuelta contra el ministro de Interior, Nicolás Sarkozy, favorito de la derecha. Ella lograría el 51% de apoyos, y él, el 49%.