Tentativas de suicidio, aislamiento absoluto, prohibición de hablar o de rezar, inyecciones paralizantes, medicación forzosa, interrogatorios sin fin, tortura mental y traslados brutales. El periódico británico The Guardian publicó ayer una descripción de 17 páginas sobre las condiciones de vida en la base de Guantánamo. Durante un mes, el periodista James Meek ha hablado con los pocos presos que han sido autorizados a abandonar la base norteamericana de Cuba. También ha recopilado experiencias de visitantes e internos.

Uno de los testimonios recogidos es el del ciudadano francés Nizar Sassi en una tarjeta que envió a su familia. "Si quieres una definición de este lugar, es que no tienes ningún derecho a tener derechos", decía Sassi, que fue detenido cuando luchaba con los talibanes en Afganistán.

660 PRISIONEROS El francés es uno de los 660 presos de la base, donde hay gentes de 40 nacionalidades y se hablan 18 lenguas. Aunque hablar es un lujo en Guantánamo. "Pasé el primer mes en total silencio", dice el paquistaní Shah Mohammed, que ya ha sido liberado. La mayor parte de los prisioneros llegaron a Cuba procedentes del centro de detención de Kandahar en Afganistán. El largo vuelo lo realizaron encadenados al suelo del aparato, con las manos esposadas a la espalda y el cuerpo inmovilizado por tiras elásticas. "Una de las cosas que aprendes de los americanos es que son muy violentos cuando están transportando gente", afirma Abdul Razaq, un paquistaní profesor de inglés. "Me apretaron tan fuerte las muñecas, que durante dos meses no pude usar la mano derecha", añade Razaq.

El CampX-Ray, ahora cerrado, era un campo de concentración en toda regla. El mundo entero vio las primeras imágenes de los presos, vestidos con monos color naranja, las manos y los pies atados con cadenas, los ojos vendados, la boca amordazada y los oídos tapados. En la etapa inicial, en CampX-Ray se prohibió toda práctica del islam. "Durante el primer mes y medio no nos dejaron hablar con nadie, ni nos dejaron hacer el llamamiento a las plegarias o rezar en nuestra celda. Sólo nos daban 10 minutos para comer. Cuando traté de rezar, 4 o 5 guardianes me golpearon. Después de un mes y medio nos declaramos en huelga de hambre", cuenta el paquistaní Mohammed Saghir.

En algunos casos, los prisioneros fueron obligados a alimentarse a la fuerza. En otros conatos de rebelión, los guardianes utilizaron gas paralizante. Al final se permitieron los rezos y se distribuyeron ejemplares del Corán y otros libros.

DE 10 A 20 INTERROGATORIOS La vida en la base se desarrolla en celdas de 2 por 3 metros, hechas de malla de alambre, lo que impide toda intimidad. Cada prisionero ha sido interrogado entre 10 y 20 veces, con entrevistas de unos 90 minutos, lo que supone, según The Guardian , 15.000 horas de transcripciones y 200 millones de palabras. Salvo excepciones, las preguntas son siempre las mismas. "¿Quién es Osama?" "¿Conoces a los líderes de Al Qaeda?" "¿Los has visto alguna vez?". Lo peor de Guantánamo, aseguran los que han salido, es el aislamiento y la incertidumbre. Los presos ni siquiera saben que ha habido guerra en Irak.