El enviado especial de la ONU, el nigeriano Ibrahim Gambari, llegó ayer a Birmania en un intento de persuadir a la Junta militar de que cese la violencia sobre las marchas pacíficas en favor de la democracia. Las protestas y la represión continuaron ayer en las calles de Rangún, aunque la cifra de manifestantes es cada vez menor, por la contundencia con la que son dispersados por las fuerzas del orden.

Las calles de Rangún amanecieron tomadas por cientos de soldados, que cerraron con alambradas los escenarios habituales de las protestas. Unas 200 personas, que se habían reunido frente al hotel donde debía alojarse Gambari, fueron dispersadas por las fuerzas de seguridad, que practicaron decenas de detenciones. Después de varios conatos, unos 2.000 manifestantes lograron reagruparse posteriormente pero fueron golpeados y dispersados a tiros y con gases lacrimógenos. Radio Mizzima, emisora de la disidencia, aseguró que un niño murió alcanzado por las balas.

Tan pronto como aterrizó en el aeropuerto de Rangún, Gambari se reunió con funcionarios de la ONU pero voló, casi inmediatamente después, hacia Napydaw, la nueva capital administrativa del país donde se encuentra instalada la Junta militar.

"VISITA PROVECHOSA" Desde que puso los pies en Birmania, el enviado de la ONU rehusó hacer declaraciones. Sin embargo, poco antes, afirmó en una escala en Singapur que llevaba un mensaje del secretario general, Ban Ki-moon. "Espero que mi visita sea muy provechosa y que pueda informar de que hay progresos en todos los frentes". Preguntado sobre si tenía previsto reunirse con la disidente y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi --que se encuentra bajo arresto domiciliario-- Gambari replicó lacónicamente: "espero poder ver a todas las personas que debo".

El rotativo británico The Times aseguró ayer en su versión on line que la Junta militar birmana ha decidido no permitir un encuentro entre Gambari y San Suu Kyi y que la ONU, China y los países occidentales ejercen presión para intentar lograr que los militares birmanos cambien de opinión al respecto.

Estados Unidos expresó de hecho su temor a que a Gambari se le permita ver muy poco de lo que ocurre en el país. Su rápida marcha de Rangún, ayer, resultó ilustrativa en este sentido. "Nos preocupa que Gambari fuera trasladado tan rápidamente fuera de Rangún, a la nueva capital en el interior, lejos de los centros de población", afirmó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, Gordon Johndroe.

ESCEPTICISMO La oposición al régimen birmano parece escéptica ante la misión del enviado de la ONU. "No tenemos mucha confianza en la visita de Gambari. En los últimos 20 años, ha habido siete enviados especiales a Birmania y las cosas siguen igual. La clave es China", dijo en Bangkok Aung Za, editor de la revista de disidencia birmana Irrawaddy , con base en Tailandia. Ayer, en ciudades como Helsinki, Ginebra o París hubo las primeras manifestaciones de protesta contra la represión en Birmania, aunque no congregaron más que a unos pocos cientos de personas.