El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, amenazó ayer a la Unión Europea (UE) con «abrir las puertas» para que los refugiados sirios en territorio turco entren en el europeo. «Eeeeei, Unión Europea. ¡Aclaraos! Mirad, os lo diré de nuevo: si catalogáis esta operación como ocupación, abriremos nuestras puertas y os mandaremos a los 3,6 millones de refugiados sirios que ahora hospedamos», tuiteó ayer el mandatario. Mientras, la ofensiva de Ankara.

Mientras, en la zona de la frontera afectada por la ofensiva iniciada el miércoles, sus habitantes sufren las consecuencias. Ahmet -no es su nombre real- no pegó ojo en toda la noche por los silbidos de las bombas cayendo por encima de su cabeza. Lo recuerda aún nervioso: «Ha sido brutal. Han caído decenas sobre Qamishlo. No he visto nada, pero las oía todas. Muchísimas. Caían sin parar», explica este kurdo de Turquía que vive en Nusaybin. Las ciudades de Nusaybin y Qamishlo -la capital de los kurdos de Siria- distan apenas 500 metros.

CASO AISLADO / No es un caso aislado: toda la frontera entre Siria y Turquía está repleta de ciudades hermanas que eran una sola cuando la región pertenecía al imperio otomano. Ahora, tras el inicio de la ofensiva turca, ambos lados se bombardean mutuamente. Ankara considera a las YPG -las milicias kurdosirias que controlan el noreste de Siri- un grupo terroristas por su vinculación con el PKK.

No solo hay bombardeos. La noche del miércoles, soldados turcos cruzaron la frontera en dos puntos del norte de Siria: las ciudades de Tel Abiad y Ras Al Ain. En la actualidad, Turquía ya controla algunos pueblos cerca de estas dos localidades, pobladas mayormente no por kurdos sino por árabes. Su objetivo: tomarlas, bajar 30 kilómetros al sur y, entonces, según muchos analistas, parar la ofensiva.

El avance por tierra solo ha tenido lugar, de momento, en estas regiones. Pero no los bombardeos, que se han sucedido a lo largo de los 400 kilómetros de frontera que Turquía comparte, hasta ahora, con las YPG.

Seis civiles han muerto por bombardeos turcos en Siria, dijo ayer la Media Luna Roja kurda. Cinco más fallecieron en el lado turco, por culpa, en este caso, de morteros lanzados desde Siria por las milicias kurdosirias (dos de ellos, en Nusaybin ). Según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos (OSDH), la ofensiva ha causado ya el desplazamiento de 60.000 personas, la gran mayoría de ellos huye al sur: a puntos alejados de la frontera. «Nos estamos preparando para la gente que nos va a llegar, dice Salah desde Raqa, donde trabaja en una oenegé centrada en la reconstrucción de esta ciudad. «Estamos intentando conseguir espacios para ubicar a la gente. De momento, a la que ya ha llegado, la hemos puesto en nuestras casas».

DETENCIONES EN TURQUÍA / «Nuestros cálculos no son nada optimistas. Pensamos que, en caso de que los turcos capturen Tel Abiad y Ras Al Ain, llegarán durante la semana que viene a Raqa unas 90.000 personas. Y eso sería terrible. La situación aquí ya es desesperada. Con un desplazamiento masivo de gente hacia nosotros viviremos una crisis humanitaria catastrófica», explica Salah.

En el mundo, las críticas a Turquía por esta operación se han multiplicado. Casi nadie apoya los planes de Erdogan en el noreste sirio. «Que lo sepáis, Estados Unidos. Esta operación no es contra los kurdos. No tenemos ningún problema con ellos. Esta operación es contra un grupo terrorista», afirmó ayer el presidente turco tras desafiar a la UE.

OPINIONES / Dentro de Turquía, la situación es al revés: casi todos están encantados con esta operación. Y quien no lo esté corre el peligros de ser detenido. La policía ya ha arrestado a 78 personas, entre ellas un periodista de un periódico izquierdista, por criticar la operación de Erdogan contra las YPG. La gente que vive en la frontera con Siria, los que no tendrán que ver las bombas a través de la pantalla, no quieren que haya guerra.