El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, visita hoy a su homólogo ruso, Vladímir Putin, con un objetivo marcado en rojo en la agenda: solucionar la crisis en la región siria de Idleb, la última bajo control opositor al régimen del presidente Bashar el Asad.

La semana pasada las fuerzas leales a Damasco -el Ejército regular sirio y las milicias que lo complementan en la guerra civil- culminaron la conquista de la localidad de Jan Sheijún. Cerca de allí se encuentra un puesto militar turco, establecido gracias a un acuerdo de alto el fuego, en setiembre del año pasado, entre Moscú y Ankara. El puesto quedó rodeado y sitiado. Dentro del recinto militar hay cerca de 200 soldados turcos atrapados.

Las alarmas sonaron en Turquía: el Gobierno de Erdogan acusó a Asad de romper y dinamitar deliberadamente el alto el fuego, pero aseguró, más tarde, que el puesto de observación turco de Jan Sheijún no se cerraría. Este domingo, aunque no dijeron el motivo, cinco generales turcos dimitieron de sus cargos, según Cumhuriyet; dos de ellos comandaban las operaciones en la región de Idleb.

Se espera que la visita de Erdogan a Putin de hoy sirva para que ambos políticos discutan una posible solución a un problema, Idleb, que amenaza con crear una nueva crisis humanitaria y otra ola migratoria de gran calibre hacia Turquía, cuya población, en los últimos meses, ha dado muestras de un hartazgo considerable contra los sirios, utilizados en muchas ocasiones como cabezas de turco de los problemas locales.

Pero las discusiones entre Putin y Erdogan no se prevén fáciles. Los líderes, aunque son presuntos amigos, tienen posiciones enfrentadas en Siria. «Las fuerzas armadas sirias, apoyadas por nosotros, no han violado ningún acuerdo», dijo ayer el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. «La eliminación del nido terrorista de Jan Sheijún fue legítima y necesaria», concluyó.